El Auge de los Señores de las Runas_24 de Rova del 4707

    24 de Rova del 4707

    Nos levantamos temprano con la intención de seguir el rastro de pistas que da el mapa. Tenemos tanta curiosidad en saber qué hay en la X... Pero antes de que podamos salir, Aldern Dedalera nos invita a desayunar y no para de preguntarnos cosas a Volgo (por haberle llamado la atención lo bien que pelea) y a mi (porque, por lo visto, le resulto una mujer atractiva). Nos dice que pronto se irá a Magnimar, donde tiene la residencia principal y a la que nos ha incitado a pasar unos días siempre que queramos. También nos insiste, hasta la saciedad, en que vayamos a la Floresta Garrapata con él.

Henry aprovecha que Aldern no le hace caso y va a enseñarle a Ameiko el mapa y ella a le dice que la X que vemos cae en la Floresta Garrapata. También señala La Casa de as Piedras Azules, que es un edificio que lleva desde el principio de la fundación de Punta Arena.

    Cuando conseguimos librarnos de Aldern, vamos a la otra taberna de nuevo para ver si el hermano (¿primo? ¿sobrino?) de Garridan ha visto algo, pero seguimos con las manos vacías al respecto: nos dice que no vio nada útil, de hecho, parece que se escondió y todo lo que cuenta es para alardear.

    Después vamos a La Casa de las Piedras Azueles, un templo privado dedicado al dios Irori. La mujer que lo dirige se llama Sabyl Sorn y le hemos gustado más al enterarse de que venimos de La Cofradía de Rakere (me apunto el puntito de habérselo dicho, voy cogiendo el truquillo a esto de llevarme bien con la gente).

En este lugar hay una gran biblioteca a la que solo podemos pasar Henry y yo porque no íbamos armados. Volgo se queda fuera. Lo que podemos encontrar allí es información sobre:
-Familias importantes desde la fundación: Sczarni, Kaijitsu, Vinder y Scarnetti.
-Al ser las primeras familias en asentarse, pudieron elegir a qué dedicarse y tener así ahora ventajas y beneficios sobre la economía y política del lugar.
Volgo vuelve algo más tarde tras haber dejado las armas y estamos los tres buscando más información para llegar a la Floresta Garrapata sin perdernos y echamos la mayor parte del día en ello. Me voy de la biblioteca con la sensación de haber desperdiciado el tiempo, pero a la vez con la seguridad de que he aprovechado la información que había. Es una sensación rara, como si hubiese dejado pasar por alto algo, pero no sé el qué. Qué rabia...

    En fin, como salimos de La Casa de las Piedras Azules más bien tarde, para que no nos pille la noche en medio de la nada, nos vamos a la casa de la sabia Brodart en vez de ir a la Floresta.
    Al conocer a la anciana me doy cuenta al instante de que quiero ser como ella. Es admiración a primera vista: todo lo que dice es conocimiento, sabe tanto... Ha estado en muchos sitios, no ha parado de viajar, trabajar y de conocer personas, criaturas y lugares: estudia sobre mapas, muertos vivientes, sabe sobre cocina, tés e infusiones... ¡Y habla leshi! ¡Ha hablado con Raíz en su idioma! Quiero aprender. Se queda el mapa (aunque antes hago una copia y la guardo aquí en mi diario. Le pido disculpas, pero no confío en casi nadie, y, por mucho que la admire, ella, al menos por el momento, no es una excepción) y nos dice que en cuanto pueda nos dirá todo lo que averigüe estudiándolo. También nos dice que, al igual que nosotros, está deseando ver a Salelu: quiere que le ayude a saber cosas sobre las tribus goblins.

    Volvemos a cenar al Dragón Oxidado. ¡Qué rico el estofado de Ameiko!
    Hoy ha sido un buen día.

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