El Auge de los Señores de las Runas_27 de Rova del 4707

 27 de Rova del 4707

      Como siempre, me he levantado con los rayos del sol. He repasado lo que pasó ayer y he estado estado estudiando cómo podría haberlo hecho mejor. He aprendido, tras un rato de darle vueltas, una manera más rápida de curar mientras estamos peleando, lo que pasa que es tan arriesgado que solo puedo hacerlo una vez al día a cada persona. Es solo para emergencias. Aunque me da que vamos a usarlo mucho... Lo he llamado hacer Medicina de Guerra.
    Cuando ya me estaba vistiendo, ha llegado Raíz, enviado por Henry, que venía a buscarme para que bajase a desayunar y así poder ir a los pasadizos de debajo de la fábrica.
El número y el intrincado de los pasadizos así como la magnitud del lugar me ha sorprendido. Hemos encontrado a unos guardias muertos al principio de nuestra exploración, con los pechos desgarrados, abiertos casi de lado a lado. Brutalmente desolador. Más adelante, nos han atacado dos criaturas humanoides, de largas lenguas y temibles garras, con toda probabilidad las que han matado a los dos hombres. Luchaban no solo arañando sino también lanzando, golpeando y agarrando con su lengua, que desprendía un olor nauseabundo y ha llevado nuestra entereza al límite. Volgo ha estado a punto de vomitar y a Henry casi le estrujan cual limón. Menos mal que Salelu ha rematado a los monstruos. 
    Inspeccionando el lugar hemos encontrado varias cosas terribles e inquietantes: la estatua de una mujer bella a la par que horrible, probablemente, sea la diosa de las bestias, Lamashtu (por si acaso, la dejo boceteada por aquí, para enseñársela a Brodart); una sala de torturas, una gran cantidad de celdas, ... En nuestra búsqueda, hemos sido emboscados por Koruvus, el goblin de trez brazos, campeón de Sietedientes, portador de una espada mágica flamígera. Jamás pensé que iba a encontrar algo así.
Espada que, ahora, pertenece a Volgo. Tras una batalla que se hace más larga de lo esperado (y de lo deseado), Salelu, de nuevo, ha sido quien le ha dado el golpe final. Yo, que he luchado a distancia con la ballesta, no he recibido mucho daño y he podido curar a mis compañeros, pero con Salelu ya estaba bastante cansada y no he sido capaz y ha quedado inconsciente de lo malherida que estaba tras la batalla. Con algo de vergüenza, pero con el objetivo claro de que se recuperase, he hurgado en sus pertenencias, le he cogido una poción y se la he dado.
    Sin tiempo para descansar, hemos seguido explorando hasta llegar a una sala esférica con las paredes a rebosar de runas que aparecían y desaparecían y varios objetos flotando en su interior. Volgo ha conseguido acercar una botella que flotaba usando su bastón, que ha resultado contener vino. Hemos visto que no iba a ser posible llegar así a todos los objetos, así que he atado el bastón de Volgo a mi tobillo y, ayudada por él, me he movido por la sala hasta conseguir el resto de objetos: el libro, un pergamino y una varita. Ha llegado un momento en el que me he sentido muy familiarizada con la sensación de flotar y, en un alarde de irracionalidad impropio de mi, me he soltado y me he dejado llevar. Mi cuerpo sabía perfectamente cómo moverme impulsándome de pared de pared, girando mi cuerpo, dirigiéndolo en la trayectoria deseada. Con una sonrisa como hacía días no tenía, he vuelto junto a mis compañeros, ilusionada, y les he animado a que lo hiciesen. ¡Ellos también han podido hacerlo! Hasta Volgo, normalmente desconfiado, no ha podido evitar dejarse llevar. Y Henry, tan pausado en sus expresiones, ha denotado una alegría nueva. No han dicho gran cosa, pero yo sé que esto ha sido un momento importante. No sé cómo explicarlo mejor, pero creo que esto está totalmente relacionado con a qué nos dedicábamos antes de llegar aquí, antes de perder la memoria. Los objetos han resultado ser un pergamino de manos ardientes que se ha quedado Henry, una varita con diez cargas del conjuro armadura de mago, que ya veremos dónde la vendemos; un libro que tiene pinta de ser un bestiario de criaturas malvadas y que está escrito en un idioma que no conocemos y la botella con el vino. Muy curioso todo.
    Hemos continuado explorando y hemos llegado a una sala con un pequeño estanque de agua prístina, rodeado de pequeñas calaveras.  Hemos luchado contra una criatura que casi nos ha pillado desprevenidos, una de la que había oído hablar, pero que nunca había visto antes: una vargouille.

Al ver que ha caído sangre en el estanque y que ha vuelto a quedar pun agua perfectamente clara, Volgo, al que de ahora en adelante conoceremos como El Insensato, se ha atrevido a beber. No le ha pasado nada, por suerte, Al menos, por el momento. Este lugar cada vez es más misterioso.
    Más adelante, hemos llegado a una sala de techos increíblemente altos, tan altos que no lo veíamos, con las paredes a rebosar de runas y con dos estanques: uno en el centro rodeado de calaveras que contenía un agua turbia y otro al fondo de forma triangular con un líquido cuyo contenido recordaba a la lava. Mientras estábamos escrudiñando la sala, Henry y yo (y seguro que Raíz también) hemos dado un respingo cuando hemos oído a Volgo decir "No venimos a perturbar. Somos visitantes". Alguien le ha hablado, alguien a quien Henry y yo no éramos capaces de oír y ninguno de los tres éramos capaces de ver. Pero la criatura sí nos veía. Ha quedado claro cuando me ha atravesado el hombro con una daga (una daga que ha vuelto a quien la ha lanzado. ¿Desde cuándo existen las dagas boomerang?) . Del pozo triangular, ha emergido una mano y han comenzado a salir criaturas como las que mataron a los dos guardias, las asquerosas de las lenguas largas y las garras gigantes. Ha sido un momento muy caótico, en el que tratábamos de cubrirnos de quien sea que hubiera lanzado la daga, Salelu que también atacaba al techo sin fondo porque sí era capaz de ver a la misteriosa voz, los monstruos saliendo del pozo... Viendo la cantidad de ellos que había, los que seguían saliendo y lo agotados (moribundos) que estábamos, hemos decidido huir. Hemos cerrado la puerta de la sala con un esfuerzo descomunal: el sudor resbalaba por nuestra cara y los músculos nos iban a estallar. Ha merecido la pena cuando hemos conseguido que las puertas se quedaran quietas y las monstruosas criaturas permanecieran dentro de la sala clavando el mandoble de Volgo en el suelo para hacer de cuña, arrastrando a duras penas el pesado soporte de una pila cercana.

Hemos corrido de nuevo por los pasillos buscando a más criaturas a las que dar caza y otras posibles salidas de las que estaban aquí, pero tras un buen rato de intentarlo, nos hemos curado y hemos vuelto a la sala para terminar la batalla, viendo que debía ser el único lugar donde se encontraban. De nuevo, hemos luchado contra los asquerosos lengüetones y hemos conseguido vencer: Volgo ha matado a uno de un solo golpe de espada y a otro de una potente carga, Salelu se ha lucido con el arco y con el bastón y Henry ha atacado con conjuros, aunque es el que peor parado ha salido. Menos mal que esta vez he mejorado mis curaciones y he podido ayudarles más tras la batalla. De la lanzadora de la daga, no hemos vuelto a saber nada. Según Salelu, parecía una diabla. Henry nos ha contado que del pozo se desprende una poderosa magia tashiloniana y Volgo ha calculado que estaremos a estas alturas bajo las ruinas de la costa. En el pozo ha quedado bastante menos cantidad de la lava extraña, así que hemos deducido que crean a los bichos de esa masa.
    Hemos vuelto sobre nuestros pasos, recogido a los guardias y nos hemos dirigido a la guardia para que pudieran hacer los entierros donde se les diese el descanso y la condecoración pertinente.
    Después nos hemos plantado a ver a Kendra, pero no estaba. Ya no soy la única a la que esto le huele raro. ¿Habrá sido ella quien orquestó la marcha de Cicuta? Quedan solo seis guardias y ella va y desaparece...
    Agotado, Henry ha ido al Dragón Oxidado a descansar y ha seguido investigando el diario de Tsuto. Nos ha contado que, al leer de nuevo y con más calma el papel, ha podido darse cuenta de que el ataque de debajo de la fábrica con esos monstruos y la lanzadora de la daga ha sido orquestado por la quásit de la que Tsuto hablaba en el diario. Aún esperamos el ataque por el río. Pero lo llevamos claro, la verdad. Si no hay guardias suficientes que lo cubran. Nos veo organizando una defensa del ataque por parte de todo el pueblo. Estamos un pelín desesperados, tanto que le hemos sacado bastante punta a otras partes del diario de Tsuto, hasta el punto de sopesar si "asociarnos" con Arrancapepitas y Bruzatnus, los que se oponen al plan. ¿Se aliarían con nosotros? No creo. Pero... ¿podríamos tratar de manipularnos para nuestro beneficio?
    Volgo ha ido a Soluciones Líquidas, la tienda de pociones, a ver cómo iba la cosa. El tipo trabaja despacio... Este no se ha entrenado con mi maestro. Menudo es.
    Yo he ido a ver a Brodart. Hacemos buenas migas, la verdad es que, a cada rato, estamos haciendo más amistad. Me ha dicho que en el mapa ha encontrado muchas referencias a lugares de antaño. Nos las ha señalado, aunque no ve ninguna relevancia en lo que ha visto.
Me cuenta que Kendra está nerviosa desde que ha desaparecido su hijo, que tiene diez años, aunque no sabe si esto es verdad, porque es un rumor del pueblo y ya vamos viendo cómo les gusta aquí chismorrear.
También me dice que los monstruos que le describo de la quásit los tiene en un libro antiguo, uno que en la portada tiene dibujada una estrella de siete puntas. Se llaman engendros pecaminosos. El pozo del que le hablo me dice que es un pozo de la ira, que se alimenta de odio. Que se activa con sangre y sacrificio, con todo el que se produzca no solo cerca, sino por la zona.... Ahora entendemos el objetivo de Tsuto y Nualia. Qué horror... La forma de secar el pozo es matar a todos los bichos que salgan, así que no nos va a quedar otra que volver a terminar el trabajo.
Me he atrevido a contarle nuestra llegada en la tormenta. Ha reaccionado con ilusión y curiosidad y me ha hablado de que ese día que le digo se notificó una tormenta como nunca había habido, aunque no se pudo saber nada más. Solo se registró lo raro de su magnitud.
Las runas de la esfera donde estuvimos flotando, por lo visto, están en tashiloniano y significan aire, flotar y calma.
Cuando le he enseñado el boceto que he hecho de la estatua, me ha dicho que, en efecto, ha resultado ser Lamashtu y ha quedado alucinada al saber que hay un culto hacia ella aquí bajo las ruinas accediendo por la fábrica.

Motivada cada vez más por todo lo que sabe, le he pedido que me enseñe a hablar tashiloniano y ¡ha accedido! Me ha dado un libro para poder empezar y me ha mandado a descansar (aunque era ella la que estaba cansada, es muy graciosa diciendo las cosas, además de sabia).
    Le he hecho caso aunque quería seguir hablando, y me he vuelto a la cama  (casi de día ya)  contenta y eso que ha sido un día... Bueno, qué más puedo decir. Qué ganas de contarles a Henry y a Volgo todo lo que he hablado con Brodart.

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