El Auge de los Señores de las Runas_04 de Lamashan del 4707

 04 de Lamashan del 4707

    Hoy ha pasado el día de forma muy tranquila. Al igual que ayer. Nada que contar. Cuando ha caído el sol me he despedido de Henry y Volgo y me he ido a mi cuarto a darme un baño.
    No pensaba escribir hasta que recuperase mi diario, pero, al final voy a hacerlo. Le he cogido estas hojas a Ameiko porque lo de hoy no podemos olvidarlo.
Como me temía, la tranquilidad del día de ayer y de gran parte del día de hoy no iba a durar mucho más.
    Estaba yo tan a tranquila entre la espuma mientras miraba enfurruñada al panel que he colgado en mi habitación para poder pensar en este caso cuando he oído ruido por la ventana. El llegar de un carro. Es Brissen, uno de los vecinos más conocidos de Punta Arena. Nunca he hablado con él, pero nos hemos cruzado varias veces y suele saludarme muy sonriente. He estado a punto de volver a recostarme en la bañera, pero he visto que tenía una expresión rara. He quitado a toda prisa el vaho del cristal y he visto que llevaba unos bultos y miraba a ambos lados de la calle. Cuando ha ido a sacar las llaves de su bolsillo para abrir la puerta de su casa, se le ha caído el bulto más alargado y se ha salido del envoltorio en el que iba sujeto. ¡Era un brazo!! Inmediatamente, Brissen ha mirado con horror hacia todas las direcciones. Por poco no me ha visto asomada. En ese momento sí que me he recostado de nuevo en la bañera, pero para esconderme, con el corazón a mil. He contado hasta diez, esperando que hubiese dejado de mirar y le he pillado escondiendo el bulto y pasando a toda prisa a su casa. Sin pensarlo dos veces, me he envuelto en la toalla, he salido a toda prisa de la habitación golpeando las puertas de los cuartos de mis amigos pidiéndoles que saliesen y he bajado por las escaleras, atravesando la parte de la taberna de Ameiko para ir a ver qué tramaba el vecino.
    Una vez fuera, he visto luz en el sótano por unas ventanas pequeñas que hay en esa casa a ras del suelo, pero no me ha dado tiempo a nada más cuando ya han llegado Henry y Volgo. Les he contado todo y, aunque estaban dudando un poco, me han dicho que me ayudarían, pero Henry me ha recordado que sería mejor que fuese a vestirme primero. Entiendo que duden de lo que he visto, porque con las pintas que tenía de desquiciada y lo paranoica que estoy ya se piensan que sospecho de todo. Pero no, mis motivos tenía. Así que he ido a la habitación de la taberna a vestirme y he vuelto con ellos. 
   Cuando he vuelto hemos seguido investigando, Volgo y yo hemos saltado el muro de la casa y Henry se ha quedado fuera. Volgo ha visto unas plantas extrañas al fondo del jardín: muy grandes y de colores extraños. Henry ha podido escuchar el ruido inquietante suficiente en el sótano a través de esas ventanitas como para que yo haya terminado de animarme a entrar en la casa aún sin permiso del dueño. He de decir que hemos intentado hacerlo bien: hemos llamado a la puerta varias veces y le hemos pedido salir, pero no ha contestado nadie. Cuando hemos entrado a la casa hemos visto que tenía una apariencia normal. Hemos bajado al sótano y ahí ya se ha descubierto por sí sola la tapadera: había una gran mesa de trabajo en el centro, con mucho material que conozco y he usado, pero mucha otra parte material eran objetos que he visto solamente en libros o que me ha contado el maestro John como ejemplo de sustancias que se usan en mutaciones relacionadas con la nigromancia. Un mecanismo de un cofre que ha abierto Volgo y que no hemos acabado de encontrar le ha pinchado en el dedo cuando ha accionado la cerradura, pero con lo que ha visto dentro se nos ha olvidado por un momento el pinchazo: una gran cantidad de partes del cuerpo como tejidos diversos, tendones y órganos, todo excepto huesos. Estaban conservados con magia. Con ayuda de Henry hemos seguido mirando lo que encontrábamos por la sala para poderle dar sentido a lo que estábamos viendo y he acabado de caer en que Brissen debía estar usando todo eso para crear alguna criatura porque tenía material de costura además de todo lo que ya he descrito. Cuando estábamos alucinando, Henry ha percibido un ruido que iba escaleras arriba y lo hemos seguido. Ha resultado ser una criatura asquerosa: una cabeza con varias manos cosidas que usaba para desplazarse, pelo ralo a mechones, un ojo en la cuenca y otro fuera de su sitio a propósito y una boca putrefacta de la que salía un aliento estremecedor. Nos ha atacado corriendo con sus manos, mordiendo, arañando y a mi me ha lanzado uno de sus dientes que se me ha clavado en la mejilla. Aún puedo notar su escozor. Aunque no he detectado nada, me he tomado un antídoto y le he dado otro a Volgo por si acaso, que en ese momento ya tenía el dedo negro. Hemos acabado con la criatura a base de patadas y golpes varios y, viendo que el vecino ha debido de escaparse cuando hemos entrado, hemos ido a pedir ayuda a la guardia. Por si acaso volvía, Volgo y Henry se han quedado en la casa.
Henry ha metido a la criatura en un cubo, que en cuanto se ha muerto se ha empezado a descomponer, y hemos ido corriendo calle abajo en busca de ayuda para dar parte de esto. Qué sorpresa nos hemos llevado cuando hemos visto que estaba el señor Brissen dando parte a dos agentes de que alguien había entrado a su casa. Hemos apartado a uno de los guardias y le hemos contado todo. El guardia con el que hemos hablado, que hemos tenido la suerte de conocerlo y llevarnos bien con él, ha pedido que fuésemos todos de vuelta a casa de Brissen, el que seguía diciendo que en su casa no había nada raro y que, aunque hubiese material alquímico, era de lo más normalito y lo usaba solo para entretenerse. Una vez allí, Volgo ha explicado el motivo de que se haya quedado y el señor Brissen ha mantenido firmemente su postura. Así que nos han mandado a todos al cuartel para poder hablar allí con el sargento. Henry ha dejado a Raíz escondido en la casa por lo que pudiese pasar.
    En el cuartel hemos explicado todo de nuevo, esta vez al sargento, contando de principio a fin la historia, incluyendo todo lo que habíamos visto y oído dentro y fuera de la casa. Parecía que nos creían, pero Brissen seguía firme y no había prueba alguna. Llegado un momento nos han dicho si nos parecía trato suficiente que dejasen a Brissen bajo vigilancia y así nosotros no allanamos de nuevo la casa. Le hemos dicho que deberían seguir investigando, pero que de acuerdo. Raíz ha informado a Henry de que Brissen estaba de vuelta y que, nada más entrar a la casa, había gritado el nombre de alguien. Entonces Henry ha preguntado si le habían soltado ya y nos ha  dicho que sí, que ya debía estar de vuelta a su casa. Henry le ha explicado que su compañero leshy estaba en casa y lo que había escuchado. Además, Raíz le dice a Henry que, cuando el hombre ha gritado llamando a alguien, un ruido desde una de las paredes del sótano le ha contestado.
    A toda prisa hemos ido de vuelta a la casa, esta vez con el sargento y con los dos agentes, Jon y Dan. Brissen ha tratado de impedir que pasáramos, pero hemos bajado al sótano y, de dentro de un armario que ha abierto Volgo guiado por las indicaciones de Raíz, ha salido una criatura asquerosa que nos ha atacado: era una masa con la consistencia de un pudin, espiráculos de los que soltaba un ácido marrón y también cogía aire, unas nueve piernas pequeñas y varios brazos regordetes. De cada corte que le hacemos en la lucha se le abre una grieta que resulta ser una boca de afilados dientes que nos hiere con cada dentellada. Hemos acabado venciendo gracias al daño de las flechas ácidas de Henry y a un golpe final de Volgo, pero el sargento ha resultado gravemente herido y he tenido que tratar sus heridas. En el momento en que hemos subido a la planta principal tras el combate, nos hemos encontrado con que Jon había caído atacado por Brissen y Dan estaba defendiéndose como podía manteniendo a ralla al hombre contra la pared con el filo de su espada. Por supuesto, el sargento y los guardias, acompañados de Volgo, han llevado al cuartel al señor Brissen. Volgo nos ha dicho que hará guardia y pasará allí la noche. 
    Henry y yo nos hemos quedado un rato más en la casa, cogiendo material alquímico que no fuese esencial como pistas para la investigación y también tratando de entender un poco más todo ahora que tenemos más tiempo. Y en qué momento nos hemos quedado. Raíz ha avisado a Henry de que las plantas son altamente venenosas y alucinógenas y Henry me ha dicho que él nunca las había visto. Cuando estábamos acabando de inspeccionar la mesa de trabajo, yo me he sentido teletransportada a un desierto. De repente, estaba yo sola, en medio de la nada, rodeada de arena. A lo lejos, una figura inmensa humanoide de cuatro brazos y ojos de llamas me ha mirado. He echado a correr, pero la criatura me ha dado alcance. He caído y se ha cernido sobre mi y ha comenzado a sacarme la sangre con algún extraño conjuro. Cuando ya pensaba que no podía gritar y llorar más, he vuelto a la sala donde me encontraba y Henry estaba arrodillado a mi lado y me miraba con ojos como platos. Me ha contado que no me he ido a ningún lado, que él me ha visto en todo momento, que no me he ido a ningún lado, y que ha podido ver mi expresión de terror y me ha escuchado gritar y he corrido hasta que me chocado. Lo más terrible no es que él me llamase y no consiguiese despertarme, sino que él sí ha visto cómo la sangre salía de mi cuerpo, no ha sido cosa únicamente de mi ilusión. Cuando me he incorporado del suelo para ponerme en pie, de mis ropas ha caído arena. Nos hemos mirado muy asustados y nos hemos venido al Dragón Oxidado a compartir habitación, por esta noche al menos. Cuando ha entrado a mi cuarto, no ha dicho nada del despliegue que tengo de información en una de las paredes.
    Mientras escribo esto, él ya está dormido. Creo que voy a guardar este papel bajo la almohada y lo voy a intentar yo también.

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