El Auge de los Señores de las Runas_05 de Lamashan del 4707

 05 de Lamashan del 4707

    Por la mañana, al despertar, casi sin desayunar, hemos ido Henry y yo a buscar a Volgo al cuartel, pero Volgo ya se había ido. Los guardas nos han dicho que Brissen está muerto, pero no nos podían contar más. Como Cicuta aún no había llegado al trabajo, hemos decidido dejar a Volgo descansar o lo que fuese que estuviera haciendo y nos hemos ido a ver las plantas del jardín de la casa del señor Brissen que anoche no nos dio tiempo a ver.
    En el jardín, había cosas rarísimas, como una parra de color azul y naranja. Raíz nos ha avisado de que nos apartásemos, que eran peligrosas. También hemos visto cadáveres enterrados. Este hombre y esta casa son un cúmulo de rarezas y espantos. Hemos avisado a los guardas que estaban haciendo ronda en la casa de que no se acercaran a esa zona por la peligrosidad y nos hemos ido a hablar con Gorvi, a ver si él podía decirnos algo de los cadáveres.
    Gorvi ha alucinado cuando le hemos contado todo lo de los cuerpos y lo que hemos visto y se ha sorprendido más aún cuando le hemos dicho que, según teníamos entendido, era él quien se los daba. Parecía genuinamente sorprendido, así que espero que este no sea otro enemigo más.
    Henry y yo hemos decidido separarnos en este punto para que yo fuese a ver a Brodart y él al enterrador.
    De camino a mi visita a casa de mi anciana amiga, he comprado un cuaderno alquímico. Viendo que tardaré en recuperar nuestras posesiones y que no paro de encontrar cosas extrañas de las que puedo aprender un montón, lo mejor es que apunte todo lo que ya sé en un cuaderno nuevo y empiece a apuntar lo que estamos viendo en el laboratorio y jardín de Brissen, entre otras cosas. En cambio... Con comprarme un nuevo diario estoy más reticente. Seguiré apuntando las vivencias en papeles y luego lo pasaré a mi diario. Espero que vuelva a mi. Espero dar con él. No dejo de echarlo de menos. Creo que es porque me vincula con la parte de mí que no recuerdo ser y me niego a soltarlo. En fin.
    En casa de Brodart he tenido el recibimiento de costumbre y hemos hablado durante mucho tiempo sobre todo lo que hemos visto: criaturas mutadas de Brissen que nos atacaban, las plantas, la criatura del desierto de mi sueño, Salelu sin aparecer, el hijo de Brissen y el resto de cadáveres. Ella me dice que las criaturas mutadas bien pueden ser una mezcla de alquimia y dioses superiores que usan a las personas como instrumentos para hacer lo que los dioses quieren. Las plantas cree que pueden ser de otro plano, pero de la criatura del desierto no tiene ni idea. De Salelu no llego a saber si se ha preocupado o no, por un lado parece que sí, pero, por otro lado, tiene pinta de que está tan acostumbrada a las aventuras de la elfa, que acepta lo que hay y no cuestiona nada. Del niño de Brissen me dice que se llamaba Arthur y que murió de fiebre a los quince años. Y del tema de los cuerpos... Cree que la mejor persona a la que preguntar es Ilsolaric, del orfanato Toran Darok. Así que me voy a buscar a Henry y a Volgo para que vayamos allí.
    Cuando nos reunimos, Henry me cuenta que ha estado en el cementerio hablando con el enterrador y que este le ha dicho que no cree que haya habido profanaciones y que no sabe nada. El hombre le ha llevado junto a la tumba del hijo de Brissen, que estaba al lado de la de la madre y le ha contado que, al dar a luz, durante el parto, ella se volvió loca, aunque suena más a rumor que a otra cosa, porque el hombre no sabe explicar qué pasó para afirmar eso. También le ha dicho que la atendió una monja que se murió después. Y también le confirma que Arthur murió de fiebres en su adolescencia, cuadrando la edad con la que pone en la tumba y con lo que me ha dicho Brodart.
    A Volgo no le hemos visto hasta por la noche. Nos hemos juntado todos a cenar en el Dragón y aquí nos hemos puesto al día los tres. Después de contarle Henry y yo nuestras peripecias, Volgo nos ha dicho que, cuando salió del cuartel, se vino al Dragón Oxidado a descansar. Después, ha estado en el Morral del Gordo, otra taberna, para averiguar más cosas sobre todo este embrollo. Allí ha podido saber que hay varios Escarci frecuentándolo habitualmente y ha conocido al dueño, Gressel Tennivard, aunque parece que este tipo es fachada y no es quien realmente manda.

Ha visto que allí solamente van marineros y gente con la boca muy sucia. De hecho, conocen bastante bien a Cicuta porque el hombre tiene que acudir varias veces por semana a resolver trifulcas. No ha conseguido enterarse de nada más. Le han mandado a La Serpiente Emplumada a hablar con Vorvassali. Así que ya tenemos más tarea. También nos ha contado que
 Brissen se suicidó delante de él, en sus narices durante su guardia. Dice que no le dio tiempo a ver nada raro y que, cuando lo vio, ya era tarde: solamente escuchó a Brissen decir "sí, mi Señor" y, segundos después, ya vino el ruido de un gorgoteo y el desvanecimiento del hombre. Se había mordido su propia lengua. Qué horror.
    Después de cenar, más preocupada aún por todo esto, he intentado entrar a la habitación de Salelu pidiéndoselo a Ameiko y no me dejan, así que he tratado de robar las llaves, pero me han pillado. Le he pedido a Volgo sus herramientas para forzar cerraduras (yo aún no me he comprado unas nuevas), pero sabiendo para lo que las quiero decide no prestármelas. Así que nada. Le he dicho a Ameiko que creo que están confiando demasiado en las habilidades de Salelu y que hasta el mejor explorador puede estar en peligro. Me ha dicho que tiene habitación reservada para dentro de tres días más. Le he dicho que pasados tres días le diré que me deje entrar y no me ha dicho que no, así que ya tengo tarea y fecha nueva en el calendario.
    Voy a repasar las anotaciones de mis paredes, a ver si me viene alguna idea o me quedo dormida.

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