El Auge de los Señores de las Runas_07 de Lamashan del 4707

 07 de Lamashan del 4707

    Me he levantado muy ingeniosa. De hecho, he tenido la mejor idea en mucho tiempo. Los rayos del sol me han levantado de la cama y me he puesto a trabajar (a crear) sin tan siquiera desayunar antes. Y aquí está conmigo, mi querido familiar alquímico: Suflé 💚
    Como no bajaba a desayunar, Volgo ha pensado que me había colado donde Salelu y ha venido a buscarme. Le he presentado a Suflé y la verdad es que no tengo muy claro qué le ha parecido, no he conseguido descrifrar su cara. Quizás les da un poco de repelús al principio (es muy blandengue y verde), pero en cuanto le conozcan bien y vean lo genial (y lo útil) que es le cogerán cariño. De hecho, me he desilusionado un poco cuando le he presentado a Henry y a Raíz me esperaba otra reacción. Una... algo más entusiasta.
    Pero bueno, no estamos para ponernos tristes ahora. Quiero recoger bien las notas sobre lo que ha pasado hoy porque ha sido una locura y totalmente inesperado.
    Lo primero que hemos hecho juntos hoy (y casi lo único porque, la verdad, para qué más), ha sido ir al psiquiátrico. Allí nos ha recibido el médico Erin Habe.


Y a partir de aquí ha sido ya todo un despropósito:
    El buen doctor ha empezado mintiéndonos y ocultando información desde el principio. Tras una larga espera, nos ha presentado a los dos celadores que trabajaban allí (y digo trabajaban porque uno está muerto y el otro ha huido) y nos ha contado que tenían actualmente tres pacientes. A uno de los celadores se le ha escapado el dato de que había otro paciente, Pidgey, al que no suelen contar porque lleva ahí muchísimos años y no ven posibilidad de mejora. Se ha notado que al doctor le ha molestado que diese el dato y no es para menos: después hemos visto que Pidgey es un hombre-rata que tienen encerrado y que lleva meses permaneciendo en ese estado de licantropía en el que no se es el animal al completo, pero se tienen la mayor parte de los rasgos de tal. Un híbrido totalmente.
    Bueno, para ese momento aún nos quedaba. El caso es que, cuando estábamos tratando de hablar con el doctor, hemos notado que se comportaba de forma extraña, como si estuviese muy preocupado en que la mierda no le rebosase de las puertas y cajones de la estancia, como si, de un momento a otro, mientras hablaba con nosotros, fuese a estallar todo. También parecía que estaba haciendo tiempo, tratando de retrasar no se sabe bien qué.  De hecho, no paraba de mirar a una de las puertas. Antes de que pudiésemos preguntarle, uno de los celadores ha traído al paciente por el que hemos acudido allí, Grace Sevilla, y el otro no sabemos bien a dónde ha ido. He mandado a Suflé escondido en su bolsillo y me ha dicho que estaba manipulando objetos de una estantería, estantería de la que luego no hemos visto nada raro.
    Siguiendo por donde íbamos, el paciente Sevilla ha llegado sujeto con una camisa de fuerza, la piel cetrina y los ojos idos, en blanco literalmente.
No hay que saber muchas cosas, basta con haber visto un no-muerto para saber cuando ves a otro o a un primo hermano de este. Ante Henry y ante mi presencia parecía no reaccionar, pero cuando Volgo se le ha acercado, el hombre se ha puesto muy nervioso y ha empezado a gritar cosas inteligibles y en bucle hasta que hemos captado lo que importaba: decía que sentía envidia de él porque el Amo le requería y hablaba de él y de que debía ir a La Desazón para conocer a La Jauría.
    Aquí ha sido cuando ha empezado EL CAOS. Sevilla se ha soltado y ha comenzado a atacar. Los celadores también. De la puerta a la que miraba el doctor han salido no-muertos y un nigromante que casi acaba con nosotros anclándonos al suelo con un conjuro de red, lanzándonos rayos de energía necrótica y pareciendo que comandaba a las criaturas muertas como su hueste. Por un momento, los celadores han dejado de atacarnos y hemos unido fuerzas (aunque, como digo, uno de ellos ha muerto y el otro ha huido) y hemos derrotado al mago malvado y a su ejército, incluyendo a Sevilla. Al revisar el cuerpo del nigromante, no hemos encontrado nada útil y el doctor ha aprovechado para esconderse en su despacho. Suflé, que en ese momento estaba de vuelta conmigo, se ha vuelto a esconder en una bata, en la del doctor esta vez y hemos podido tenerlo vigilado mientras terminábamos de recuperarnos y de examinar toda la zona encontrando aproximadamente cero pistas sobre qué pasaba.
    Henry ha bajado al sótano, de donde salía el nigromante, y Volgo ha entrado con el doctor. En ese momento, me he decidido a ir con él y nos hemos enterado de que el tipo tenía alquilada toda la planta baja al nigromante, que se llamaba Caizarlo, para sus experimentos. Aunque se esforzaba en aparentar que no había hecho nada malo y que no estaba enterado de lo que hacía el mago, todos sabemos lo que implica estar envuelto en algo así. Además, sobre los pacientes que tiene, cuando le hemos agarrado y atado y obligado que nos acompañase por el edificio para ver a los dos internos que quedaban (tres ahora contando con Pidgey), nos ha acabado de quedar clarísimo qué tipo de persona es: los internos son dos ancianos, Walt y Seth, maltratados y cuyo lugar no es estar allí encerrados en celdas. Nos ha resultado curioso que la celda de Sevilla era la de mayor seguridad... Creemos que aquí se nos ha quedado algo en el tintero. Y el hombre-rata... El doctor ha tratado de abrir la puerta a traición, pero Volgo le ha pillado la mano a tiempo y se la ha estampado mientras trataba de accionar la llave en la cerradura, haciendo que se le clavase en la palma de la mano. Ha sido algo bastante desagradable, porque el doctor gritaba, el licántropo no paraba de gritar y arañar las paredes y las puertas... De momento no podemos salvarlo. Me ha costado mucho aceptarlo, pero, al menos por ahora, debemos dejarlo allí. A los ancianos los llevaremos al orfanato para que sean atendidos, teniendo en cuenta que hay tan pocos niños allí y que las atenciones que requieren se las pueden ofrecer en ese lugar.
    Henry nos ha dicho que, en el sótano, el nigromante tenía tres cadáveres y un montón de anotaciones e información desorganizada en la que se repetía la estrella de siete puntas. Ha podido conseguir un mapa con la actividad ghoul de la zona: sus incursiones, despliegues por el río Dedalera y la zona sureste. También estudios muy útiles sobre la fiebre ghoul y cómo evoluciona. Toda esta información nos ha dejado claro que él no estaba implicado en los ataques, así que, al menos, nos ha servido para descartar a uno de los culpables de las invasiones goblins y, probablemente, de los asesinatos en el pueblo.
    En cuanto a la sala del doctor... Si se esforzaba por aparentar inocencia o desconcierto, va a tener que dejar de hacerlo en cuanto entregue los objetos que he sacado de su laboratorio. Toda la sala estaba llena de un material quirúrgico innecesario para un psiquiatra, por no hablar de elementos que son innecesarios para cualquier médico o persona, a no ser que lo que busques sea torturar a quien tienes delante. He recogido todo lo que sirve como prueba y muchas cosas voy a quedármelas para poder reponer mis herramientas de medicina y de alquimia.
    Volgo ha ido corriendo a Punta Arena a avisar de lo que había pasado y a pedir a Cicuta que viniese con varias personas de la guardia a ayudarnos. Menos mal que han llegado a tiempo de que no huyese el doctor, porque el tipo lo ha intentado y estábamos Henry y yo ya sin saber cómo retenerle por más tiempo. Así que Cicuta ha tenido bastantes evidencias entre todo como para arrestar a Habe, decirle a sus hombres que volviesen custodiando al doctor y llevar y dejar a salvo a los ancianos. Al licántropo, de momento, le hemos dejado comida y agua y espero que podamos ayudarle pronto.
    Y antes de llegar a Punta Arena ya teníamos una nueva misión: ir a ayudar a los granjeros con los espantapájaros ghoul que están invadiendo sus tierras. Por el camino de vuelta, Cicuta nos lo ha explicado todo: un vecino granjero (al que Volgo ha conocido un poco antes que nosotros ya que era el que estaba en audiencia con el líder de la guardia cuando ha ido a pedirle ayuda), ha llegado desde las tierras de labranza de más al sur avisando de que está todo lleno de ghouls con apariencia de espantapájaro que se comen a las personas y los animales. Creen que empezó todo en la granja de los Hambley. Hemos aprovechado para preguntarle qué es La Desazón y con lo que nos ha contado Cicuta hemos atado bastantes cabos: La Desazón es el nombre que le dieron a la mansión de la familia Dedalera después de lo que llaman Los Disgustos. Allí vivía toda la familia y les servía Rogors Craesvi (un señor que llamaba la atención tanto por su lealtad a la familia, hasta el punto de seguir acudiendo tiempo después de que se fueran a mantener todo en orden, como porque le faltaba una oreja entera). De este administrador de la familia Dedalera, por llamarlo de alguna manera, ni Cicuta ni ninguna persona con la que Henry habla sabe nada.
Lo que sí consigue nuestro amigo druida después de un largo paseo por el pueblo en el que habla con varias personas es recoger la siguiente información con la que podemos saber ya algo más de lo que nos ha contado el líder de la guardia: en la mansión Dedalera vivía el matrimonio con sus tres hijos. Pertenecían a la Sociedad de los Siete. Cyralie, la madre, murió estrellada en el acantilado y Traver, el padre, se suicidó. Hubo un incendio en la mansión, y a Aldern y sus dos hermanos los mandaron con familia lejana a Magnimar. La gente dice que en la casa han visto a una criatura alada y gritos y ruidos bastante tiempo después de su marcha. Lo que no sabemos son los tiempos en los que ocurrió cada incidente y desgracia ni durante cuánto tiempo se han oído esos ruidos o se ha visto a esa criatura. Y la pregunta que no sé a quién hacerle, pero que me reconcome: ¿nadie entró a esa casa a investigar nada de todas estas cosas extrañas y preocupantes? ¿Será que hay más implicados en todo esto de lo que nos quieren hacer pensar? ¿Qué significa pertenecer a esa Sociedad de los Siete? ¿Dónde está el mayordomo Rogors ahora? ¿Por qué se fue sin que nadie sepa nada y nadie se ha molestado en buscarlo? ¿Ni siquiera Aldern? En su momento Aldern me pareció el típico hijo de familia adinerada  y despreocupado y algo tonto, pero guapo y poderoso y venido a más, pero ahora empiezo a dudar de todo eso y pienso que es una fachada que se ha construido para que nadie le moleste.
    Siento que se nos amontona la información. Deberíamos sentarnos juntos a darle orden.
   Pero esta noche tampoco tengo mucho tiempo. He pasado a la habitación de Salelu. Por fin Volgo me ha prestado sus herramientas. Allí he encontrado dos libros: uno con anotaciones y otro que es una novela que Salelu no ha acabado de leer (se ha quedado en la parte que habla de algo de un príncipe, no sé si querrá decir algo). También había ropa doblada encima de la cama, un cesto de la ropa sucia sin nada dentro más que sangre seca (algo creo que normal en una exploradora) y un baúl a los pies de la cama. En el baúl aparentemente no había nada raro, pero he buscado bien y he encontrado un cofrecito con unas filigranas preciosas en élfico que se han iluminado y me daba la sensación como de que bailaban. Las he memorizado. Son un poema. Seguro que entraña alguna respuesta. O más preguntas. Pero información con la que movernos, al fin y al cabo. He intentado abrirlo, pero no he podido. He dejado todo como está y me he ido. Quería contarle todo a Volgo, pero el hombre se quería ir a dormir. Así que nada, aquí lo dejo escrito y mañana ya les contaré.
    Estoy agotada y, aunque quiero pensar, no puedo más. Suflé me mira desde la mesita de noche. Está claro lo que me toca hacer ahora. Me voy a dormir.

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