El Auge de los Señores de las Runas_08 de Lamashan del 4707

 08 de Lamashan del 4707

    Hoy ha tocado excursión traumática a las granjas y zonas de labranza que están al sureste de Punta Arena.
Al llegar a la zona, nos hemos encontrado con un granjero al que no le había pasado nada malo, pero que nos ha contado las noticias que le han llegado de otros vecinos. Él se encontraba escéptico con la situación porque nunca ha visto nada de lo que le han dicho, pero ha sabido decirnos hacia dónde seguir para investigar todo esto.
    Según hemos avanzado el panorama ha cambiado rápidamente: no se oía un alma, no había nadie labrando su tierra ni tan siquiera animales pululando por la zona. Pronto hemos visto por qué: como colocados aleatoriamente por el campo, estaban dispersos varios espantapájaros que han resultado ser ghouls amarrados sin mucha fuerza. En cuanto entrábamos en un rango de nueve metros, nos detectaban y atacaban. A algunos hemos podido detectarles antes de que se lanzaran a nuestro cuello, pero a muchos de ellos nos costaba distinguirlos entre la maleza y el atuendo que llevaban. Al fin y al cabo, los espantapájaros llevan ropa de la gente que trabaja esta tierra, así que la única pista que teníamos para detectarlos eran las manos y la cara, pero al estar lejos y estar la cara cubierta con el sombrero, era realmente complicado. Y ha sido un problemón. Yo pensaba que los ghouls estarían blanditos, fáciles de matar. Pero no. Tenían una fuerza y una fiereza...
Ha llegado un momento en el que esa calma espeluznante ha terminado. Cuando momentos antes había un silencio que ponía los pelos de punta, han empezado oírse a lo lejos gritos, alaridos, gorgojeos salvajes... Y se ha empezado a ver humo, una gran columna de humo. Siguiendo esa dirección, hemos llegado a la granja en la que se inició todo y en la que, claramente, seguía originándose todo (una vez allí se oían gritos con claridad y hemos visto de dónde venía el humo): la granja de los Hambley. Estábamos muy agotados, pero estábamos más acojonados que cansados, así que no hemos parado. Les he dado a Henry y Volgo viales antiplaga, para que se los bebieran. No he visto que tengan la fiebre ghoul, pero no soy experta en esto y sus heridas tenían mala pinta, sobre todo la de Volgo. Ya que no he sabido hacer más, al menos estos viales les darán más resistencia y aumentarán sus posibilidades inmunológicas.
    La granja de los Hambley ha sido uno de los lugares más peculiares en los que he estado. Constaba de dos edificios, la casa y el establo. La edificación del establo (o granero no sé qué usos le daban) se realizó sobre la cabeza de una estatua inmensa de piedra a la que se conoce como El Gigante de Piedra. Llama enormemente la atención que una estatua de esas magnitudes con esa forma y que desprende un aura mística y antigua sea el soporte de las paredes de un granero o establo. Muy peculiar, sí. En fin.
                                                        
    Cuando Suflé se ha asomado al establo y ha contado lo que ha visto me he tenido que aguantar las ganas de vomitar: había siete ghouls moviéndose sin ningún sentido, dando vueltas por el lugar, que debieron de ser transformados cuando sus cuerpos estaban en diferentes estados de descomposición. Había cuerpos amontonados en una esquina que estaban ardiendo, de ahí el humo, había también sangre a raudales por el suelo y las paredes... Una carnicería. Nos hemos ido de allí a la casa.
En la casa, he mirado por la ventana de la cocina a ver qué encontrábamos. Como era de esperar, nada bueno, pero otra pista: había un cadáver clavado en la pared, con las mismas heridas en el pecho marcando la estrella al igual que en los otros muertos y con una nota apuñalada en la frente. Suflé ha pasado a por la nota y, al tratar de cogerla, se ha demorado y yo me he distraído dándole indicaciones para que no la rompiese y no hemos visto que se abalanzaba sobre el un ghoul. Fijándome bien he visto que no era uno normal, sino un ghal: una criatura de esa naturaleza, pero que ha sido transformada por un no-muerto de una fuerza e ¿inteligencia? mayor. Y, lo más importante, era Rogors Craesvi, el mayordomo de los Dedalera. Al pobre Suflé le ha destrozado con dos garrazos y su cuerpecito alquímico ha quedad esparcido por el suelo. Menos mal que no tiene sistema nervioso, porque la "muerte" ha sido brutal. Me he conseguido sobreponer lo suficiente como para decirles a Henry y Volgo que debíamos acabar con ese ser si queríamos pasar a por la nota. Hemos ideado un plan para atraerlo a una trampa que ha hecho Volgo y ha salido maravillosamente bien, dentro de lo torpes que hemos estado:  Volgo ha hecho una trampa de lazo, ha atraído a Rogors tirando piedrecitas a la puerta y, cuando le ha agarrado, ha empezado a soltarle mamporrazos, Henry le ha lanzado dos rayos abrasadores que no le han dado, pero luego un montón de sus ataques ácidos y yo le he dado con alguna flecha. Bueno, según voy escribiendo me doy cuenta de que no se ha dado maravillosamente bien. Estábamos agotados y ha sido un poco desastroso, pero hemos salido airosos. Incluso en el momento de más riesgo, en el que he visto que Volgo estaba a punto de caer inconsciente, he podido llegar a tiempo para curarle y darle fuerzas para acabar de rematar al ghal.
    Al pasar a la casa, hemos encontrado una carnicería aún mayor. Los niños devorados, la mujer asesinada, el perro medio comido... He vuelto a la cocina y he metido a Suflé en un bote, hemos cogido la nota y hemos mirado en el cuerpo de Rogors. En la nota ponía "Te temo, te odio, voy a desenmascararte yo a ti primero, Volgo". Estaba firmado por La Jauría. Volgo está hasta las narices. Rogors seguía llevando ropa con los emblemas de la familia Dedalera: un blasón con rosas y espinas. El cadáver de la pared llevaba una llave al cuello que ha resultado abrir un cofre que Henry ha encontrado bajo los tablones: estaban los ahorros de varios años de esa gente, 35 piezas de plata, que nos hemos quedado, tristemente, porque esa familia no la va a poder usar y porque nosotros las necesitamos para comprar el maldito material para proteger Punta Arena que no nos proporcionan en la maldita Punta Arena. Cómo odio a Kendra.
Nos vamos con la duda de si habrá sido este ghal el que ha hecho lo del aserradero y el otro asesinato, tiene toda la pinta de que sí, pero... ¿quién está tras él? ¿Será Aldern? ¿Y alguien más? Sospecho de tanta gente... Esto es agotador.
    Antes de irnos, he recogido material para echar todo eso a arder. Les he dicho a Volgo y a Henry dónde colocarlo y cómo prender el fuego y, con un ataque muy sincronizado, hemos cubierto hasta arriba el maldito sitio de llamas. Los gritos de los ghouls han sido estruendosos y espeluznantes. La luz de la hoguera nos ha iluminado el camino de vuelta un buen trecho y por, suerte, los gritos pronto hemos dejado de escucharlos. Cuando estábamos ya muy lejos, ha empezado a llover y poco a poco el agua ha extinguido las llamas. Ha sido extraño, hermoso y tenebroso.
  Al menos, nos hemos ido de allí con la conciencia tranquila de haber hecho todo lo que hemos podido.
 Cuando hemos llegado a Punta Arena, hemos ido directamente a cenar. Yo pensaba pedir a alguien que fuese a buscar a Cicuta, pero el hombre estaba ya en el Dragón Oxidado. Hemos hablado con él y le hemos contado todo.
    Tras esto, hemos ido a que el clérigo revisase las heridas de Henry y Volgo, y ha resultado que sí estaban enfermos. Estaba acompañado de varios alumnos, algunos nuevos, y ha aprovechado la cura a mis compañeros para enseñar a sus alumnos. Le he pedido que me acoja de alumna, varias veces, con vehemencia, pero no ha querido. Ni siquiera ha cedido cuando le he dicho que no me parecía justo que cogiese alumnos nuevos, pero dijese que no podía coger a nadie más. He tratado de hablar con los alumnos, pero no les ha dejado seguir en las estancia con el pretexto de que tenían que ir con urgencia a hacer lo que les había mandado.  Solo les ha dado tiempo a decirme que antes vivían en el orfantao. Bueno, bueno, bueno. Desde luego AQUÍ TAMBIÉN pasa algo... Y luego que por qué sospecho de la gente. 
    Nos hemos vuelto a la posada de Ameiko a dormir. Antes de subir a la habitación he dejado claro que ha pasado un nuevo día sin que sepamos nada de Salelu.
    Suflé reposa ahora en la mesita de noche. Ha sido un día de mierda, pero al menos he podido recomponer a mi compañero y nos hemos cargado a unos cuantos monstruos roba vidas.

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