Rebeldes del Infierno - 14 de Arodus del 4715

14 de Arodus del 4715

    Doooooce días de viaje. Menos mal que me cogí el cojín. Ya no sabía ni cómo sentarme. Peluche ha ido tan a gusto en su plano, anda que no es listo.
    Hemos parado en la posada Las Costillas del Roble, que la dirige Olradi Ormovoor, un humanete de mediana edad y cara afable. Hemos reservado habitación de forma discreta (he hecho el teatrillo de que somos más pobres que las ratas) y, mientras nos estaba sirviendo la cena, nos ha contado lo que se cuece por este lugar y por el paso. Hay fuerzas contrarias a los Thrune, pero los malditos están cogiendo cada vez más fuerza y mandando a sus súbditos a más territorios. Por eso llegaron a mandar en Kintargo. Por eso Vyre está también en peligro. Pero aún hay posibilidades. Aunque, cuando le he preguntado al bueno del posadero sobre las resistencias, no ha querido mojarse (mojarse me refiero no de agua, sino que no ha querido decir su opinión). Peeero creo que a los tres nos ha quedado claro que no le gusta nada de nada la familia Thrune. Nos ha contado que, como resistencia, existe un grupo o un movimiento que llaman La Reclamación Gloriosa. Es una orden de caballeros de Iomedae, la diosa de la justicia. Quieren recuperar un artefacto de su diosa que se llama El Límite del Corazón. No se sabe para qué sirve, pero tiene pinta de que es algo poderoso que servirá para aplastar a esos apestosos asmodeanos. 
    Nosotros, por hoy, hemos fingido que nos íbamos a dormir, pero, en voz muy bajita en la habitación de Yaki, hemos planeado una incursión nocturna a la fortaleza. 
    Cuando todo el mundo se ha dormido, hemos salido súper sigilosos hacia allá.
    Hemos intentado entrar haciendo teatro y nada. Sobornando al guardia para que nos falsifique un permiso, y nada. Están cagaditos de miedo. Les entiendo. Yo a veces también tengo. Pero tengo más enfado. Y estamos un poco locuelos. 
    Viendo que por la puerta no íbamos a poder pasar, Rudy me ha dado dos pociones de invisibilidad por si las moscas, me he cambiado mis botitas por las alpargatas de escalada de araña, me he echado la capucha por la cabeza y me he colado en el sitio. Rudy y Yaki se han quedado entre los árboles a una distancia a la que poder hablar mentalmente con el súper conjuro y, desde ahí, nos hemos ido informando. 
    Me he quedado un buen rato sentadita en lo alto de una parte de la muralla viendo qué hacen los guardias, mecanismos de las estructuras y artefactos del lugar y tratando de contarles esto y disposición para que hagan un mapa. 
Como no he conseguido ver más porque lo interesante debe ser que lo tienen dentro de una zona sin ventanas, le he pedido a Rudy que mandase a Arbuelillo para que él se cuele y mire. 


    Y eso ha hecho. Yo he seguido sentada en la muralla. Prefiero que estemos repartidos, así podemos actuar mejor si hiciese falta liarla parda. 
    El leshi, primero se ha colado en la zona sur, que ha resultado ser un establo para unos siete caballos, pero nos ha dicho que estaba vacío. Solo olía a caca y a humedad. Puaj. 
Después, cuando ha cruzado el patio y ha llegado a la zona norte, ha hecho un agujerito para entrar sin que se note. Es donde hay una torre a la que yo no he podido pasar. Allí ha visto que tienen una gran sala común con habitaciones alrededor y escaleras para subir a la planta superior. Ha escogido la primera habitación que tenía más a mano y ha entrado. Ha resultado ser una simple despensa, pero...¡ha descubierto una poción para volar! Lo malo es que el pobre ha recibido un flechazo de fuego en toda la frente que le ha hecho combustionar hasta que no ha quedado nada de él. Rudy ha notado al instante esa pérdida, lo sé porque a mí me pasa igual con Peluche. Por lo que nos ha contado sobre las pintas que tenía quien le ha lanzado una flecha, me he dado cuenta al instante de que en esa sala hay una erinye. La tipa ni se ha girado a ver a quién disparaba, seguro que se ha pensado que era una ratilla o algo así. Estaba trabajando en algo, por lo que puede saber Rudy de lo que le ha dado a Arbuelillo tiempo a decir, algo chungo, seguro que con humanos.
Nos hemos vuelto a la posada para hacer un plan, pero primero, a dormir un poquito.

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