Rebeldes del Infierno - 16 de Arodus del 4715

 16 de Arodus del 4715

    Hemos ido al Santuario enano nada más que hemos abierto los ojitos. Sabiendo lo que nos esperaba, hemos decidido probar una cosa con muy pocas esperanzas: he pasado caminando con la capucha echada por la cabeza para que los guardianes estatuas no pudiesen verme. Además, he ido caminando haciendo una gran interpretación enana: todo en mi movimiento me hacía parecer enana. Lo malo es que debe ser que las estatuas identifican si alguien es enano o no por otras cosas, como tener sangre enana de verdad o no ser tan estrechita de cuerpito o pesar más... No sé, el caso es que han ido a por mí. Yo he convocado a Peluche a toda velocidad, que se ha interpuesto entre mí y las estatuas y al pobre le han dado un golpe con un martillo de guerra que lo han lanzado varios metros volando hacia la puerta de entrada al santuario. En ese momento he echado a correr hacia la siguiente sala y la estatua que no estaba luchando contra Peluche me ha seguido. Yaki y Rudy han venido a todo correr a ayudar en el combate.
    En la otra sala no he tardado mucho en darme cuenta de que para pasar a la siguiente había que saber leer unas runas enanas de una puerta en la que había labrada una cabeza de enano y desentrañar un algo que había en la puerta y tenía pinta de que, quien intentase pasar a lo loco o a la fuerza (osea yo), iba a llevarse mucha pupa. Lo segundo que intentado es esconderme allí y esperar al resto de mis amigos, pero rápidamente he tenido clarito que el giganteestatua me había seguido con intención de aplastarme y que no me iba a dejar en paz ni me podía esconder en ningún lado. Al verme así tan solita, la verdad es que me hago caca encima, a quién vamos a engañar. Por suerte, he conseguido escaquearme de vuelta entre sus piernotas  y volver a la primera sala para combatir todos juntos.
En cuanto he cruzado la puerta me ha quedado más claro que nunca que se apañan genial sin mí, son todos unos cracks: Yaki y Peluche venga a darles y darles y darles y Rudy pumpumpum con sus hechizos. Las estatuas tenían una especie de armadura, como una coraza a lo cangrejo, y cada vez que recibían un golpe, se resquebrajaban. Yo he ayudado con mis chispas hasta que hemos terminado por derrotarles.
    Les he contado lo que hay en la siguiente sala y hemos pasado todos juntos. Rudy se ha tomado una pócima para poder entender todas las lenguas del mundo mundial (tiene unas creaciones chulísimas) y nos ha dicho que ponía en las runas "Más allá se encuentra en Yunque de la Disolución, pero ¡ay de aquellos que no dan oración al padre de la creación antes de deshacer lo que sus niños han forjado!" Yo, la verdad, con pócima o sin ella, me he quedado igual. Y mis amigos también. Así que Rudy se ha envalentonado (ya van varias veces), ha puesto una mano encima y le ha caído un rayo mientras una voz gritaba "¡IMPÍO!" Muy exagerado todo esto, pero mola. Así que hemos tirado con todo lo que teníamos: se ha puesto el broche con forma de libro de plata para pensar mejor, le he echado el conjurín para que le llegue inspiración de donde sea que salga, Yaki estrujándose el cerebro junto a él (yo también, pero es que no salía ni una ideíta de ahí) y se han puesto a rezar y rezar que si a la fuerza, al fuego y a un montón de cosas a las que rezasn los enanos. Y se ha abierto la puerta. Pues muy bien. Lo más guay ha sido que, antes de que cruzásemos, ha salido de la boca del enano tallado en la puerta un cinturón que, por lo visto, es el Cinturón de los Cinco Reyes, un objeto precioso hecho con plata y oro, que sirve para caerle mejor a los enanos y poder convencerles más fácilmente (o que sea menos difícil con lo tozudetes que son) y también para dar más mieduqui a ogros y gigantes.
    Al cruzar la puerta, nos hemos encontrado con una sala coronada por una inmeeeensa campana y dos señores gigantes con unas armaduras mega geniales que, con solo mirarles, se te quedaba el pecho en silencio y la respiración muy cortada.
Nos han preguntado así sin saludar primero ni nada "¿Para qué venís? ¿Qué queréis del Yunque de la Disolución?" Yaki, muy épico él, les ha dicho "El Mal se ha apoderado de esta fortaleza. Hay que destruirla para que el Bien prevalezca." Se ha quedado un silencio muuy guay y yo me he atrevido a dar un pasito hacia delante y decir que esto está lleno de diablos y que los Thrune van a seguir ocupando el lugar y mandando a más diablos venir. En ese momento, cuando parecía que iban a decirnos algo más, han tocado la campana con sus espadones, luego han golpeado el suelo con esas armas, se ha abierto un pasillo a su espalda y ha empezado todo a derrumbarse. Y han desaparecido, se han evaporado. Y nosotros, pues a correr que hemos ido por el pasillo.
    Y casi no hemos parado hasta llegar a la Posada. Aún mientras estábamos de camino oíamos cómo caía piedra sobre piedra. La verdad, me ha dado bastante pena. El sitio molaba. Y los enanos seguro que se lo curraron mucho para construirlo. Malditos Thrune.
    Cuando hemos entrado en la posada Las Costillas del Roble, hemos visto que estaba el señor Olradi venga a atender a un montón de gente, casi todos los soldados que habían huido. Cuando hemos entrado, se ha quedado todo en silencio. Yo he intentado hacer el paripé de nuevo de que no somos nadie importante y que nos habían atacado por el camino (porque claro, menudas pintas llevábamos), pero Rudy le ha echado narices (de nuevo se ha venido arriba) y ha dicho que hemos sido nosotros los que hemos ido a la Fortaleza a echarles a todos. Yaki se ha hecho invisible, no sé si ha salido de la posada o se ha quedado allí a ver el panorama, pero ha pasado de movida. Yo les he dicho que se uniesen a nosotros, Rudy no quería, y así hemos empezado que sí que no. Al final, pues les hemos dicho que elijan. Yo creo que les tenía casi reclutados, pero en el último momento, se han rajado. Me han parecido muy cobardicas, y avariciosos, porque se han ido llevándose dinero que les ha ofrecido Rudy por irse, pero la verdad es que no puedo ponerme en su lugar porque yo no tengo una familia normal a la que cuidar y con la que estar. En fin, una pena, unos soldados perdidos que podían haberse unido a los Cuervos y haber espiado a Thrune de cerca.
    Después de comer, lavarnos (qué grimita) y descansar un poco, nos hemos vuelto a poner en el camino con el carromato para volver a Kintargo.

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