El Auge de los Señores de las Runas_17 de Lamashan del 4707

 Día de la Labor, 17 de Lamashan del 4707

    Hoy es el día. Hoy han quedado los bandidos Truston y Parritz en El Perezoso Feliz. Hemos decidido pasar el día entero en la taberna para asegurarnos de que no se nos escapaba nuestro ladrón. Volgo se ha quedado dentro del local, con Raíz y Suflé III como chivatillos para que estuviésemos comunicados. Nuestro amigo el bárbaro es el único al que el montaraz no ha visto la cara aún (seguimos sin saber si el montaraz y estos bandidos trabajan juntos o se conocen tan siquiera) y se ha llevado medianamente bien con Yena, así que creemos que es el que menos va a llamar la atención. Henry y yo nos hemos quedado rondando por fuera en la parte trasera del edificio.

    Al final, entre trago y trago fingidos, Volgo ha podido saber por Yena que ella no le ha contratado para nada, que fue él el que le pidió a ella poderse quedar ahí vigilando. Eso también me hace pensar que quizás no trabajan juntos, sino que Parritz tiene cosas de él o de Lyrie Akenja (en caso de que Akenja trabaje con el montaraz...).

    En el único momento en el que Henry me ha dejado sola para pasar a la taberna, me han llovido flechas y he caído casi muerta. Por suerte, Suflé ha podido avisar y me han rescatado Henry curándome y Volgo dándome uno de mis elixires de vida. Inmediatamente después de reponerme un poco y decirles qué ha pasado, Volgo se ha lanzado a la persecución pura y dura de quien haya sido, al más puro entrenamiento de la maestra de armas de la Cofradía. Por cómo son las flechas, tiene toda la pinta de que ha sido el montaraz, pero no podemos estar seguros de si está solo o no y, sin darme tiempo a nada más Henry también se ha ido para tratar de ubicar al agresor, pero con sus artes naturales.

    Al encontrarme de nuevo a solas en el callejón donde momentos antes casi perezco, he pasado a la taberna, a ver si ahí me sentía algo más amparada y cobijada, y me he encontrado con que Yena estaba muerta, asesinada, tirada en el suelo de su despacho. Además, parece que la han desvalijado (tenía los pantalones holgados como si se hubieran llevado un cinturón suyo y el armario estaba abierto y removido). Le he echado sales atemporales para conservar su cuerpo a ver si puede revivirla un clérigo o, al menos, echarle un conjuro con el que podamos preguntarle quién le ha matado, qué se ha llevado y dónde encontrarles.

    Cuando han vuelto Henry y Volgo, tal y como temía, me han contado que parece que hay más de un implicado en todo esto.

    Les he explicado lo de Yena, Henry por suerte ha ayudado con su don de gentes a despejar la zona que se había llenado de curiosos, morbosos y preocupados observadores y hemos hablado de partir hacia el barrio de Alabastro hacia el templo de la diosa Sarenrae a buscar un clérigo. Cuando íbamos a ponernos en marcha, con Yena metida en un viejo colchón a hombros de Volgo, uno de los camareros de Yena nos ha dicho que no nos lo recomendaba, porque está muy lejos y no nos va a ser posible llegar sin que nos pare la guardia. Yo he insistido bastante en ir allí, proponiendo y ofreciendo soluciones alquímicas para hacer más viable nuestra llegada (no conozco los templos y el único que me daba un poco de confianza es que le reza a esta diosa), pero mis amigos lo ven muy complicado y hemos optado por lo que nos ha dicho el camarero: ir a una capilla pequeñita que está en este barrio. Cuando hemos llegado... En fin, estaba todo prácticamente en ruinas. No me esperaba que fuese a estar bien, pero me esperaba un mínimo, como, por ejemplo, que estuviese aún en uso. Estoy muy confusa. No sé qué ha llevado a este camarero a mandarnos allí: no sé si nos quería despistar, desviar, hacer perder tiempo, si él no tiene ni idea de cómo está esto... No sé qué pretendía, pero trataré de averiguarlo más adelante.

    De ahí, tras salir de los tablones rotos, las ratas corriendo entre nuestros pies y el viento ululando entre las grietas de las paredes, hemos ido dirección al templo más cercano que más confianza nos daba: el de Iomedae, la diosa de la Legalidad y la Justicia.

Sinceramente, yo muchas ganas no tenía, pero lo han decidido Henry y Volgo, y esto es un equipo. No obstante, aquí dejo escrito que yo tenía razón en haber ido a otro lado. Quizás habría pasado algo malo también, no se sabe, pero ir al templo de Iomedae ha sido, sin lugar a dudas, no solo una pérdida de tiempo, sino un aumento de frustración y decepción con esta ciudad.

    Cuando hemos llegado, nos ha abierto un clérigo que ha ido a llamar a su superiora, Tira Ronnova, una clérigo fuerte y hermosa, imponente en su armadura, pero desagradable y aparentemente inútil como ella sola.

No me moleta que haya mandado llamar a la guardia, sino que lo haya hecho pensando que somos idiotas y tratando de despistarnos; no me moleta que haya querido investigar qué ha pasado, sino que haya dado por hecho que tenemos algo que ver (¿pero en qué mundo se ha visto que un asesino se moleste en llevar el cadáver en mitad de la noche hasta un templo pidiendo que le echen un conjuro para poder hablar con él y que así cuente lo que le ha pasado?!!); no me molesta que nos haya preguntado lo mismo mil veces, sino que se haya hecho la tonta; no me molesta que haya dicho que el conjuro que yo le decía no existía y que yo haya tenido que decirle que quizás ella no lo conoce por el nombre de "Hablar con los muertos", sino por el nombre de Cadáver Parlante" sino que estoy segura de que sabía a qué me refería yo y se ha hecho la idiota; y, por último, no me moleta que no haya echado el conjuro, sino que haya dicho que no se puede y, pese a que le he pedido explicaciones, no me haya querido contar por qué... El resumen de todo esto es que Henry se ha ido de aquí con ganas de correr el rumor de que esta mujer es todo lo malo y necio del mundo, Volgo estaba preocupantemente callado y yo tendré que ir a la biblioteca a informarme. 

    Después de esto, obviamente, no nos ha quedado más que volver a la posada.

    Ah, y no hemos recuperado nuestras cosas.

A ver quién duerme ahora con varios asesinos sueltos y tanta rabia en el pecho.