El Auge de los Señores de las Runas_20 de Lamashan del 4707
Día del Fuego, 20 de Lamashan del 4707
Tras una noche en la que no ha venido nadie ni ha pasado nada (los cuervos están tranquilos), se nos ha ocurrido una idea genial: mandaremos un mensaje y seguiremos al cuervo a ver dónde va. En el mensaje hemos puesto "Brazo Hierro ha caído." A ver qué pasa. Henry nos ha dejado a Raíz, ha ido volando tras el cuervo y, cuando ha llegado al lugar, Raíz nos ha indicado dónde ir, al Reloj Sombrío, y Volgo y yo hemos ido tras él en barquita y a pie, como personas normales que no se transforman en maravillosas criaturas.

Cuando hemos llegado allí, hemos preguntado por el lugar y nos han dicho que era un campanario que tiene un reloj en lo más alto, pero que ya no funciona (marca siempre las tres en punto, no sé si querrá decir algo). Tuvo que ser precioso en otro tiempo, la verdad: en lo más alto, coronando el edificio, hay un ángel con las alas caídas, no sé si es que está a punto de desmoronarse de tristeza y cansancio o que está preparado para saltar sobre los habitantes de Magnimar. El caso es que nos han recomendado encarecidamente que no nos acercáramos, que hay un monstruo o un fantasma y que se va a caer de un momento a otro (de hecho, hay apuestas a ver cuándo se cae. Magnimar es la ciudad de las apuestas), pero, como ya escribí en la entrada de ayer, la curiosidad nos puede... Y la investigación nos mueve... Vamos, que allá hemos ido nosotros. A la torre donde nos han dicho que ni locos fuésemos. Pues estaremos locos. Porque idiotas creo que no somos.
Y, en el interior del lugar, un golem me ha dado unos golpes mortales que me han hecho papilla. Aun sabiendo que son inmunes a una cosa, resistentes a casi todo y que solo tienen un punto débil, no hemos encontrado ese punto débil hasta el final del combate. Resulta que era el fuego, pero, qué mala suerte la nuestra, cuando he lanzado los dos fuegos alquímicos que llevaba preparados, he fallado y ya no podía preparar más. Lo único que se nos ha ocurrido cuando se nos ha acabado la artillería a Henry y a mí es ponernos tras Volgo para curarle y que él luchase contra el golem. Ha sido agotador. Pero hemos podido con él.
Tras la lucha, he usado mis conocimientos en medicina para que pudiéramos reponernos rápidamente. Después, hemos subido por las escaleras que hemos hallado en un lateral de la sala. Creo que, después de lo acontecido hoy, no volveré a decir que lo que nos ha pasado ha sido lo más surrealista que haya vivido nunca, porque el cúmulo de acontecimientos extraños y aberrantes es tal, que no soy capaz de organizarlos de manera alguna y percibo que tan solo se van acumulando en mi memoria como situaciones habituales de Punta Arena, de Magnimar, etc. Parece que no hay lugar seguro aquí. Ni persona razonable y/o honrada.
Lo que ha ocurrido ha sido que, según iba llegando arriba de la torre (me he tomado un elixir de visión en la oscuridad e iba yo encabezando el paso, seguida de Volgo y Henry a una distancia prudencial) he observado un movimiento por un cuerpo humanoide en la zona del campanario. Cuando he podido aguzar la vista, he podido darme cuenta, por suerte a tiempo para no perecer, de que alguien igualito a Volgo estaba soltando una de las campanas y procedía a arrojárnosla. Dándome cuenta de que no estaba a distancia para lanzar ninguna de mis bombas, he hecho lo más sensato: correr y gritar a mis compañeros que corrieran tras de mí. La campana me ha pasado por encima y a Volgo no le ha arrancado la nariz de milagro. Sin tiempo para reponernos de la sorpresa, al ver la campana estampada contra el suelo del piso inferior y temiendo que nos lanzaran otra de las campanas que había, he echado a correr de nuevo, esta vez en la dirección de los atacantes.
Además del ser con apariencia de Volgo, había otros dos: uno parecido a uno de los hombres que solían estar en la taberna de Yena y otra la maga de gran busto que estamos deseando encontrar. Pero no han resultado ser ellos, obviamente. Eran de nuevo dos caminantes sin rostro, que se han abalanzado sobre nosotros y han tratado de matarnos a base de garrazos. Al que se parecía al de la taberna, Volgo lo ha agarrado y lo ha lanzado escaleras abajo al grito de "¡a volar!" (le encanta). Se ha escuchado un crujido muy desagradable que indicaba que no tenían resistencia física como para aguantar esa caída. Así que ha tratado de repetir lo mismo con el que se parecía a él. No ha logrado agarrar a este, pero sí ha conseguido que trastabillara y se cayeran en un ataque con su espadón. Al que se parecía a la mujer, nos lo hemos cargado entre Henry y yo. Al terminar este combate, hemos seguido subiendo peldaños hasta que hemos llegado a una habitación donde estaba el cuervo que mandamos. Y una carta de lo más interesante y preocupante:
Para empezar, ¿cómo que pequeña banda de asesinos? Si había decenas de hombres pertenecientes a una secta que honraban a uno de los dioses más malignos... Para seguir, ¿tosco? ¿Pero de dónde se ha sacado? Habla como si estuviese haciendo una escultura en vez de cometiendo un asesinato. Confirmamos que buscan a personas que demuestran ser avariciosas con sus actos y que son los que les usan para su ritual, ¿pero tiene alguna validez científica todo lo que están haciendo? ¿A quién esperan convocar? ¿A Lamashtu? ¿Asmodeus? ¿Pharasma? ¿Norgorber? ¿Rovagug? No entiendo nada. ¿Qué quieren y qué pruebas tienen de que así lo lograrán?
Una cosa ha quedado clara, quien manda está en Trasbordador de Tortuga y están atacando a las gentes que forman el fuerte Rannick. Sin duda, deberíamos de avisar de esto, como poco, al lord Alcalde de Magnimar, pero es tan improbable que nos escuchen... Parece que son todos malvados y están compinchados y somos nosotros tres los únicos necios que siguen queriendo luchar por el Bien.
Hemos guardado la carta a buen recaudo en el pecho de Volgo y, al llegar a la zona más alta de la torre, donde se encuentra el ángel de ónice, he sentido un escalofrío: tengo sueños raros con él, como una especie de pesadilla o sueño inquietante en el que se levanta y ataca a todo Magnimar. Imagino que son gajes del oficio de aventurera. Si quiero dormir tranquila, tendré que quedarme dentro del laboratorio. En fin. Lo que no ha sido un sueño, ha sido el control mental al que han vuelto a someter a Volgo. Se le ve a la legua que es el que pega fuerte y nos dejan sin su ayuda en cuanto les es posible. Una figura encapuchada se ha acercado a nosotros sin que pudiérams darnos cuenta y se ha dirigido a Volgo con una sensual voz.

Le ha dicho a nuestro bárbaro "Cariño, yo creo que lo mejor para ti y tus amigos es que bajes las escaleras, te metas en la cuarta celda que hay empezando por la izquierda siguiendo las agujas del reloj y cojas el arma definitiva." Y así ha hecho él. Se ha girado sobre sus talones y ha descendido.
Cuando Volgo ha salido por la puerta escaleras abajo, el ser se ha quitado la capucha y Henry y yo nos hemos visto a solas ante una terrorífica lamia.

Ha sido una rival muy dura (al inicio del combate me ha dormido), pero el druida y yo hemos luchado muy bien juntos: Henry me ha despertado rápidamente y me ha protegido, y yo, gracias a todo lo que he leído sobre las lamias anteriormente, he sabido cómo atacarla. Entre mis bombas de desolación y mis frascos de ácido y mis flechas he ido reduciendo su vida hasta casi agotarla y he podido seguir en pie gracias a que Henry le ha lanzado rayos de escarcha y me ha cubierto con su escudo y me ha ido curando de los ataques despiadados de la criatura. Pero ha habido más de un momento de tremendo miedo y desesperación, en concreto, el momento que considero más desesperado ha sido en el que me he quedado sin bombas y material alquímico, me he descubierto a mí misma lanzándome cuerpo a cuerpo tras ella y clavándole la daga. En ese momento ella me ha atacado y me ha dejado inconsciente, pero Henry no ha cesado en la lucha, me ha dado uno de mis elixires de vida y yo he vuelto al combate. Ella, en ese momento, creo que al ver la resistencia y complicidad que hemos demostrado, se ha protegido con un conjuro de invisibilidad y ha huido hacia fuera de la torre. Qué rabia me ha dado que no hemos logrado dar con ella ninguno de los tres... Y, la verdad sea escrita, me ha fastidiado mucho no poder hacerme con la máscara que llevaba puesta porque tenía una gema romboidal que seguramente nos sería muy útil añadir a nuestro equipo.
Lo que sí hemos encontrado han sido varios objetos también muy útiles: pociones de curas que nos hemos repartido y guardado; un collar de bolas de fuego que se ha puesto Henry (me tranquiliza que no lo lleve Volgo, no sé por qué, pero algo me dice que lo usaría muy a la ligera); un collar de ocultismo con forma de ojo que me he quedado yo; un rosario de plegaria sagrada que venderemos; y una bolsa con cobre, plata, oro y platino, vamos, un pequeño botín.
Nos estábamos yendo de allí derechitos a darnos una comilona que nos habíamos ganado, cuando nos hemos dado cuenta de que nos estaban siguiendo. Les hemos sido directos y les hemos preguntado, obteniendo la sorprendente respuesta de que les mandaba el lord alcalde. Volgo ha estado muy acertado y les ha dicho que hablábamos comiendo o no hablábamos. Claro que sí. Ya está bien.
Comiendo (en un sitio caro que, por supuesto, han costeado ellos) se han quedado sorprendidos al enterarse de que hemos acabado con los sectarios de Norgorber ya que ellos no podían, de que es una lamia que se escondía en el Reloj la que está cometiendo los asesinatos, que son asesinatos pertenecientes a un ritual llamado siédrico, que van en busca de gente avariciosa, que el próximo es el lord alcalde y que tenemos un boceto del único sectario vivo. Como no me apetecía hablar en absoluto, me he dedicado a comer y a hacerles una copia del susodicho. Para lo que sí he intervenido es para preguntar por el fuerte Rannick y por el Transbordador Tortuga. Nos han dicho que allí están con Los Flechas Negras, supuestamente en colaboración, y que están preocupados de que se hagan con el lugar los de Norgorber u otros porque hace tiempo que no obtienen noticias. Les hemos dicho que tiene pinta de que así va a ser, teniendo en cuenta la carta que hemos leído dirigida a la lamia de Reloj Sombrío. Por lo visto, el fuerte Rannick es un equipo que inicialmente fue allí a colaborar con los Flechas para expulsar a los ogros. Tampoco saben si se han pasado al otro bando los Flechas, el fuerte o si les han abatido... No saben nada. Me parece que estos guardias del lord alcalde están muy desinformados. Parece que sabemos más que ellos. Algo útil que hemos obtenido de ellos es dos recomendaciones de con quién contactar en Magnimar: Jorston "Lengua de hacha" Draeb y Luma Derexhi.
Al terminar la comida, nos han pedido que vayamos a ver al lord alcalde para contarle todo esto t ponerle en aviso. De camino, hemos pasado por un nuevo lugar que no habíamos conocido aún: el edificio del Frontespicio, donde se hace justicia. Me ha parecido interesante tener un nuevo lugar al que recurrir si necesitamos buscar alguien que haga algo al respecto de las injusticias, porque parece que el templo de Iomedae no va a ser el lugar.
Al llegar donde el lord alcalde, hemos visto una visión horripilante: un señor narcisista que no era capaz de hacernos caso un momento porque estaba muy ocupado comiendo pastelitos.
Hasta que no le hemos insistido con claridad en que viene una lamia a matarle y que tiene grandes habilidades mágicas con las que es capaz de estar invisible y acecharle a su gusto y de salvar a su guardia, no se ha centrado. Ha sido una pereza de señor la verdad, ha montado el numerito de que se desmayaba de la impresión. Qué mal. Solo lidiamos con idiotas. Nos ha medio invitado medio obligado a asistir a un baile si queremos obtener la recompensa por haberle avisado. Al menos, Henry ha conseguido que, a cambio, nos costeen los ropajes. Ha estado gracioso ver cómo Volgo casi mata a más de uno cuando han intentado cortarle las rastas. A mí me han puesto un atuendo de damisela con un corpiño muy molesto y unos bombachos anchos, a Henry un traje más de duque que de druida y Volgo al final ha logrado un atuendo militar, con una armadura repujada preciosa, pero ha sido gracioso verle con un florete, que parecía un palillo para él. A mí me han dado un abanico como arma. Bueno, su intención imagino que era no darme arma alguna. Qué machistas. Lo he afilado por si acaso. Y a Henry le han dado un bastón precioso, la verdad. Nos hemos vuelto a la posada entre risas, imitando el tono del lord y de la gente de clase alta, explicándole a Volgo que la libretita que nos han dado es para apuntar con quién vamos a bailar. Su cara ha sido lo más divertido que he visto en mucho tiempo, aunque tampoco es de extrañar viendo nuestro recorrido.
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