El Auge de los Señores de las Runas_24 de Neth del 4707

 Día del Fuego, 24 de Neth del 4707

    Concienciados con acabar de "limpiar" el lugar, nos hemos levantado, hemos tomado algo de sustento de nuestras provisiones y nos hemos dirigido a lo que los Flechas usaban como biblioteca. Ni qué decir que de biblioteca ya no tenía mucha pinta, aunque Henry ha encontrado un bestiario que puede serle muy útil.
    Tras explorar varias salas de esa planta en las que ya solo quedaba suciedad y sangre, hemos llegado a una sala de la que salía una ligera melodía. He tratado de abrir la puerta sin hacer ruido, pero no me ha sido posible hacerlo tan silenciosamente como pretendía y, quien estaba dentro, nos ha oído. Todo podría resumirse en que hemos pasado a una sala redecorada con cojines, terciopelos, sedas y demás telas de color rojo preciosas y que allí, tocando un arpa, nos ha recibido Lucrecia con forma humana. Tal y como temía, Lucrecia es aún más poderosa que su hermana y nos ha echado un conjuro de control mental con el que, aunque sabíamos quién era, no podíamos ni queríamos combatir contra ella. Tal ha sido el control que Volgo ha llegado a estar totalmente a su disposición y ella ha podido atacarle con una daga sin dificultad alguna, tomando su verdadera forma de lamia y constriñendo el cuerpo de nuestro amigo el bárbaro.

Con Shalelu y los Flechas no hemos podido contar, tal era el poder de la lamia y con Volgo, la mayor parte del combate, tampoco. No obstante, Henry ha invocado un hongo gigante y un guepardo y yo le he lanzado varias bombas que le han debilitado mucho. Tal y como pasó en la pelea con la anterior lamia, entre el druida y yo la teníamos casi reducida del todo, pero ella ha huido por una Puerta Dimensional sin darnos tiempo a derrotarla. Además, para aumentar la impotencia, antes de irse nos ha soltado una frase que nos ha dejado la cabeza dando vueltas: "una pena que no vayáis a conocer a Mok Murian". ¡Mok Murian! El que vimos en la Cofradía aquella noche tan lluviosa previa a nuestra partida! Tratando de sobreponernos a la confusión que nos ha generado la frase y a la frustración de que esto nos haya vuelto a pasar, Henry y yo hemos comenzado a buscar información por la sala usando uno de mis Elixires de Ojo de Águila. Volgo, quizás para ocupar su tiempo y reducir la vergüenza de que esto le haya pasado de nuevo, se ha puesto a recoger telas para poder venderlas luego y, gracias a eso, hemos podido dar con una puerta secreta que daba paso al piso inferior.
    Esa puerta ha dado paso a las grutas que se encuentran bajo el fuerte. Hemos visto a los temibles lagartos, pero lo único que han hecho ha sido darle un chispazo a Henry.
    Alerta y lo más sigilosamente posible, nos hemos adentrado por las grutas para explorarlas y seguir tratando de acabar con todos los ogros. Quién iba a esperar encontrar lo que nosotros hemos hallado allí: varios nichos bastante antiguos que estaban llenos de cadáveres, entre ellos, uno del que se ha levantado un fantasma y nos ha atacado ferozmente. Yo he pensado que iba a ser fácil derrotarle, pues iba pertrechada con varias Cargas Fantasmales en mi cinto y Henry llevaba preparados varios conjuros de Perturbar Muertos Vivientes, pero el fantasma se ha dado cuenta de la amenaza y haciendo su magia, nuevamente, Volgo ha sido mentalmente controlado. Espero no sonar soez si afirmo que casi me meo encima cuando he visto al bárbaro blandir el espadón y venir corriendo a atacarme a mí. He lanzado una última Carga y he echado a correr. Han controlado a Henry, que ha comenzado a perseguirme junto a Volgo. Como me pisaban los talones y sabía que el bárbaro me engancharía de un momento a otro, me he tomado un Elixir de Guepardo y les he podido sacar suficiente ventaja como para salir del área de influencia del fantasma. Ellos me han perseguido hasta estar también fuera del rango y han quedado liberados del control mental. No quiero ni imaginar qué habría pasado si todos hubiésemos sido controlados, pero, probablemente, nos habríamos matado unos a otros. O Volgo a mí y Henry y él se hubiesen matado... No quiero pensarlo. Una vez he podido explicarles lo que ha pasado, hemos podido prepararnos y Volgo ha entrado con decisión de nuevo a la zona de nichos y ha acabado de rematar al espectro. Cuando nos hemos reunido con los Flechas, Jakardros nos ha contado que ese señor que nos ha atacado en modo etéreo era el último Flecha y que todo apunta a que buscaba venganza o transmitir un mensaje, pues corre el rumor de que su muerte no fue el accidente que se contaba. Nunca lo sabremos, me temo. No soy muy de hablar con fantasmas. Nunca lo he sido, y menos desde la mansión Dedalera.
    Tras acabar de revisar las grutas por completo, hemos vuelto a la habitación de Lucrecia.
    En esa planta, solo hemos encontrado celdas vacías y una enfermería.
    En la segunda planta hemos llegado ante una hermosa capilla dedicada a Erastil que, para sorpresa de nadie, habían profanado. En ella, el causante de todo el caos, nos ha recibido a base de golpes: un ogro gigantesco, inmenso, terrible.

Con bombas, conjuros y espadazos hemos tratado de abatirlo, pero, si no llega a ser por Shalelu y los Flechas, no habría sido posible. Ellos estaban luchando en una sala contigua contra la pareja de este ser, una ogra casi igual de inmensa que él y, al oír la petición de ayuda de Volgo (que, según me ha contado luego ha gritado llamando a Jakardros para que viniese a buscarnos porque Henry y yo hemos acabado medio muertos y él a punto de colapsar bajo su furia de bárbaro), han acudido a combatir a su lado. Con su ayuda, hemos podido curarnos y volver al combate y así, entre todos, con conjuros, explosiones y armas, coronándonos con un hachazo de Vale, hemos acabado con los dos monstruos.


    Además de la suerte de acabar vivos, hemos dado con un tesoro interesante: una armadura de rinoceronte, un medallón y unas botas élficas. Las botas me las he quedado yo y, junto con la capa que ya tenía, me dan unas capacidades muy completas para poderme infiltrar con mayor facilidad ya que tienen magia de silencio e invisibilidad que se potencia al combinar ambos objetos.
    Finalmente, para acabar de explorar por completo el Fuerte Rannik, hemos acabado en la habitación del comandante, donde, además de armas varias y vino, hemos hallado unos pergaminos dedicados a Midiana, en los que había escritos poemas en los que la describía como alguien "tan bello que la Luna quedó cegada". ¿Me dirán a mí alguna vez algo así? ¿Me gustaría si lo hicieran? Qué cosas más raras tiene el amor.
    Quizás estoy delirando y deba dormirme de una vez. Debería estar con la cabeza apoyada en la mochila con la tranquilidad de que, al fin, hemos terminado con todas las criaturas horribles de este lugar. Pero me cuesta mucho dormir pensando en Lucrecia...
    Qué se le va a hacer. Mañana será otro día y la misión de parar estos rituales no ha terminado. La victoria en el Fuerte es solo un paso dentro de toda esta maraña de intrincados juegos de poder.
    En fin. Me tumbaré y apretaré a Suflé. Él acaba por calmarme.
    

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