Rebeldes del Infierno - 29 de Rova del 4715

  29 de Rova del 4715

    Rudy ha ido de buena mañana a hablar con Iylvana Desdoros, la directora de la academia de magia donde estudió él, para ver si nos ayudaba a luchar para parar el ritual.


Creo que no ha ido muy bien la cosa, aunque él solamente nos ha contado que han rechazado la petición diciendo que nanai, que ahí son todos muy jovenzuelos e inexpertos. Jopelines, pues como lo era Rudy cuando empezó todo esto, pero no nos podemos quedar parados. Se nos ha ocurrido que podría volver a la academia junto con Laria, porque la academia está en el distrito de Villegre y como ahí ahora manda Laria y todo el mundo lo sabe...  Así que eso ha hecho: nuestro amigo ha ido a buscarla y juntos han ido a la escuela a reunirse con Iylvana. Pero nada, aunque le ha recibido la directora y se han llevado bien y nos ayudarán, la ayuda será desde la ciudad, no va a venir nadie a la Catedral. En fin. Por un lado lo entiendo, pero por otro pienso que son unos cobardicas.
    Yaki y yo hemos ido a hablar con Sargaeta y hemos acabado concluyendo que lo mejor era entrar por la puerta, dejarnos de tanto lío de entrar por ventanas y leches. Iríamos a buscar a quien importa, a quien maneja el cotarro de lo prioritario ahora mismo, es decir, atacaremos al sacerdote, Grivenner, y acabaremos así con el ritual. Nos han dado una descripción de cómo es, pero bueno, hemos creído que sería bastante evidente por las pintas que llevaría y porque estaría dirigiendo el meollo, digo yo...
        Hemos hablado también con Jillia, para que nos contara un poco cómo es la zona del mapa que nuestros espías no han podido ver. La ex alcaldesa nos ha dicho que la zona de las campanas es un lugar al que ella nunca ha ido, porque no le han dejado. De hecho, nos ha dicho que cree que ni siquiera Barzillai Thrune o Corinstian Grivenner han subido porque, cuando ella les preguntó y pidió expresamente que la dejaran subir porque quería tener una vista panorámica de la ciudad le dijeron "nadie sube nunca". Qué cosa más misteriosa.
    Tras esto, he ido a hablar con Shensen y Jackdaw, para avisarles de que esta noche haríamos la incursión a la Catedral y para pedirles que porfis se pusieran ya con el temita de darle caña a la Canción de Plata para que así pudiéramos ir con la protección que nos habían dicho que tendremos, porque me ha dado que con todos estos malosos fuertotes nos va a hacer mucha falta.
    Ahora estoy descansando en los Huesos. Haciendo tiempo hasta que caiga la noche, pero estoy realmente inquieta. No me apetece ni sacar comadrejas. Espero estar de vuelta para poder escribir todo lo que ha ocurrido. Tengo mieduqui.

    Al caer la noche, nos hemos reunido en los alrededores de la Catedral y hemos esperado a que Jackdaw y Shensen estuviesen listas. Hemos tenido la suerte de haber podido contemplar con alucine total cómo se ponían a cantar y a tocar la lira (que dice Jackdaw que eso se lo enseñó una gran barda llamada Kida). La música se ha hecho casi tangible: una luz ha empezado a invadir el lugar, a desprenderse de los dedos de Jackdaw según rasgaba las cuerdas, de la boca Shensen con cada nota que entonaba y poco a poco ha ido expandiéndose bañando el lugar. Finalmente, nuestras manos han brillado y ese brillo se ha transformado en anillo en nuestros dedos, como anunciando que el conjuro había sido efectuado y que disponíamos de los efectos que nos habían contado. Además, el brillo se ha extendido tanto que Jackdaw nos ha anunciado que todo Kintargo ha quedado protegido por esos efectos.
    Nos hemos despedido de ellas hasta la próxima ocasión, esperando que la haya, y hemos avanzado hacia las puertas de la Catedral. He convocado a Peluche y, casi haciendo la señal del pentáculo en mi pecho como hacía mi tatarabuela cuando salía de casa, he cruzado el umbral siguiendo a mis compañeros.
    Hemos ido directos a la sala del ritual y nos hemos encontrado allí a Aluceda, a Grivenner y a cuatro sacerdotes.
                                                 


Sobre ellos, había un portal abriéndose que dejaba entrever a cuatro diablos de la sima, muy sonrientes ellos, sentados en tronos en actitud contemplativa. Sin pensarlo dos veces, Peluche les ha lanzado un conjuro eléctrico muy poderoso con el que, de sus garras, se han despedido varios relámpagos que ha dirigido, como dibujándolos, sobre los sacerdotes. Yo no he acertado con mi ataque, porque me ha dado mucho miedito. Pero me he repuesto y he seguido luchando a tope.
    Aluceda, al ver el potencial de Rudy, ha tratado de acabar de inmediato con él encerrándole en una Dama de Hierro que ha hecho aparecer de la nada, pero él, con una agilidad que no le conocíamos, ha conseguido evitar que le aprisionara.
    Yaki ha venido a ayudarme a que se me pasara el miedo y entonces yo, súper segura, ¡he lanzado uno de mis mejores Rayos de Luna a Aluceda y le he hecho muuuuucha pupa! (Lo he sabido por la mirada que me ha echado y porque le he frito el pelo y el pecho. Me ha recordado a cómo dejaba mi prima Bernabetty a sus muñecas.)
    La señora ha ido a atacarme a mí, pero Peluche, hecho un huracán andante, se ha interpuesto entre nosotros y le ha rugido. Nos han lanzado un fuego azul con el que nos han rodeado, pero mi querido eidolón no se ha acobardado: ha golpeado a todos los sacerdotes que estaban cerca con su ala y, a uno de ellos, le ha agarrado la cabeza con sus fauces y la ha separado del cuerpo con un mordisco que ha sonado CRUUUUUUNCH.
    Yaki ha echado la mano hacia atrás ¡y Tako le ha dado la carambalanza! Menuda maestría se gasta ya empuñando ese arma. Mis favos siguen siendo la caña de pescar y el trifrost, pero la carambalanza la verdad es que lo mola todo. Se ha puesto a combatir con la fluidez y soltura de un bailarín, pero con la fiereza y precisión del mejor guerrero. Peluche le ha acompañado lanzando su terrible grito de Ira del Eidolón y yo le he lanzado a Aluceda otro Rayo. Han llegado refuerzos para los malosos y ella ha dado su verdadera cara y ha sacado de sus dedos unas uñas terribles y sus dientes se han alargado y agrandado. Mal rollito. Otra vampiro. ¿Cuántos vampiros hay aquí?
    En esas, Corinstian Grivenner nos ha lanzado un rayo drenador de energía, como si del mordisco de un vampiro se tratase y Peluche casi ha caído. Yaki ha cambiado su arma por la estalactarda y se ha lanzado contra el sacerdote al grito de "¡¿Qué le has hecho a Peluche?! y de, de paso, de un solo golpe ha dejado KO a Aluceda.
    De repente, ha aparecido otra señora que se hace llamar La Jardinera y que nos ha dicho "serviréis de abono para mis jardines"... Pero que creo que sus jardines son el cementerio... Vamos, que me da que es una nigromante... Osea, que mucho miedito. Yo con los nigromantes es que no puedo. Es que estoy hartita de ellos ya, que son una plaga, jopetas.

Bueno, pues la tipa se ha puesto a hacer un baile, ha empezado a brillar un anillo que lleva en la mano, ha señalado a Rudy y le ha lanzado una Oleada Tempestiva creando que la tierra se moviera como si fuese agua y golpease a nuestro amigo. Yo le he lanzado una bola de fuego de las que aún me quedaban en el collar y le he dado tanto a ella como a los sacerdotes, pero, aunque todos han ardido (y uno ha explotado wahahahahah), ella parece que ha salido sin un rasguño e incluso se ha movido de sitio sin que nos diésemos cuenta.
    He lanzado otra bola de fuego a Corinstian y le he matado. Ya está. Pesadilla de hombre. Pero los sacerdotes a su cargo no han parado de cantar. Oh. Eso no lo vimos venir. 
    Yyyy, para poner las cosas más calentitas, ha llegado Barzillai.

Ha aparecido en el balcón que había sobre nuestras cabezas, al que traté de asomarme ayer, pero que Yaki me dijo que mejor no. El tipo, hay que reconocérselo, ha hecho una entrada triunfal, muy elegante él: se ha subido a la barandilla, ha saltado, ha caído con el conjuro de Caída de Pluma hincando la rodilla, se ha puesto en pie mirando a Rudy casi sonriendo, le ha señalado y le ha matado. Así. Pum. Se acabó. Pero Yaki ha corrido hacia él heroicamente, le ha echado su aliento de vida rogándole "Rudy, no me abandones" y nuestro amigo ha vuelto a respirar y ha abierto los ojos.
    Como conectados por la misma inteligente y precavida idea, hemos comenzado la retirada. Rudy se ha puesto en pie dejando a Yaki boquiabierto y ha salido corriendo. Ji, buen momento. Se ha ido de la Catedral como si sus pies tuvieran alas y Yaki y yo hemos estado a punto de seguirle, pero he agarrado al guerrero por el cinturón (más arriba no me alcanza la manita) y le he pedido que se quedara conmigo y fuésemos a por Aluceda para rematar su cadáver y hacer así que la pelea no hubiese sido en vano. Me ha visto tan segura de que Peluche y yo íbamos a quedarnos, que ha accedido. Yaki le ha dicho a Rudy telepáticamente "Si nos pasa algo a Brisa y a mí, asegúrate de que los Cuervos luchamos otro día". Uff, se me ha puesto la piel de gallina. Este Yaki tiene a veces unas frases... Maravilloso.
    Yaki, bueno, Tako, ha hecho una nube de tinta en la puerta para cubrir la retirada de Rudy y que pareciese que nos habíamos ido todos. Y menos mal que ha funcionado, porque la Jardinera venía tras nosotros y solamente se ha detenido tras ver la nube. Uff...
    En nuestra búsqueda del ataúd de Aluceda, hemos pasado por una ¡tienda de regalos! Menuda locura de lugar. Allí había un señor muy majo que nos ha animado a que compráramos, pero le hemos dicho que no gracias porque estábamos ocupados y nos ha dejado pasar. Pero jo, quiero volver. 

    La siguiente sala que hemos encontrado ha sido una muy chungui: casi en su totalidad, la sala era una laguna de sangre rodeada por bloques de piedra que creaban un pentáculo que rodeaba a un sexto bloque que quedaba en el centro. Había allí un perro guardián del centro y un golem de sangre por cada bloque del exterior. No hemos conseguido pasar sin que nos vieran, pero hemos conseguido huir.
    Hemos pasado también por una capilla en honor a Zon-Kuthon que ha sido la antesala a la zona de los ataúdes de vampiros. Había varios. Han salido dos. Nos han atacado y nos los hemos cargado y tirado a la fundición que había cerca muy extrañamente, pero que nos ha venido de lujo, con sus ataúdes incluidos. Bueno, eso lo ha hecho Peluche con ayuda de Yaki, porque pesaban mogollón. Hemos tirado absolutamente todos los que hemos encontrado, por si acaso.
    Hemos continuado y hemos encontrado una manta raya súper poderosa que os ha atacado y que ha hecho que estuviese a punto de morir, pero Peluchín me ha salvado rematándola y Yaki me ha curado. Manta raya en la Catedral. Por qué. O por qué no, dirían otros. Sitio extraño. 
    Desesperaditos y temblequeando del miedo porque no dábamos con el ataúd de Aluceda y estábamos agotados, hemos vuelto sobre nuestros pasos. Hemos escuchado una voz que venía de la sala del lago de sangre con el pentáculo y ha resultado que eran unos guardianes que han abierto una puerta que quedaba oculta en el bloque de piedra central y ahí han bajado el ataúd. ¡Claro! ¡Cómo no! Alguien tan importante para Grivenner como Aluceda no iba a estar con todos los demás vampiros. Hemos esperado a que se fueran, he avisado a Rudy de la situación y hemos combatido contra todos los golems y contra el perrito con pinta de dragón que la guardaba.
    Yaki me ha dicho que me quedara fuera, que pasaban él y Peluche y yo le he dicho que sí, pero me he portado regulinchi y he hecho otra cosa: he activado mis alas, he ido directa al centro de la sala mientras Peluche me cubría luchando contra perritodragón y Yaki contra los golems, he activado la palanca que hacía que subiera el ataúd de Aluceda y Peluche la ha destrozado con su fuego de Ira del Eidolón. Yaki se ha enfadado, pero creo que era más susto que otra cosa porque ha temido por mi vida, la suya y la de todos, claro. Yo también. Pero ha salido bien la cosa al fin y al cabo.
    Hemos salido pitando de la Catedral tranquilos de haber derrotado a Aluceda, a Grivenner y a varios sacerdotes, pero sabiendo que aún queda bastante y que tenemos que volver lo antes posible.
    Nos hemos encontrado con Rudy, que se había quedado en las inmediaciones de la Catedral, incluso había mandado a dos dragones tras la nube de tinta y le han estado tocando las narices un rato a la Jardinera y se han cargado a otro sacerdote jejejeje...
    Y nada, ahora estamos descansando todo lo que podemos. Hay que volver. Se van a enterar.

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