El Auge de los Señores de las Runas_14 de Kuzhona del 4707

Día del Fuego, 14 de Kuzhona del 4707

    En el desayuno, Henry nos ha dado más detalles del contacto del que nos ha provisto Luma: está en el barrio de Ordellia. Ordellia es un barrio donde viven personas extranjeras y se encuentra en una isla cercana. Estos de Magnimar van de una cosa, pero son otra.
    Nos hemos dirigido para allá, donde hemos tenido que buscar la tienda Bálsamos Benevolentes y Frascos Refulgentes de Bilivin Bilivert. Hemos aprovechado también para pasar por la tienda Finos Volúmenes de Skavner y allí pedir ayuda con las cartas de navegación.
    El dueño de la tienda, Skavner, nos ha dicho que no reconoce el estilo de las cartas de la autoría de las partituras. Peor ha dicho que es una maravilla de trabajo a diferentes niveles, aunque parece que no indican nada real, es decir, que es un mapa de fantasía. Las partituras, anónimas. Como a nosotros todo esto nos da igual (a quién le va a interesar una persona que no existe y un mapa de un lugar inventado, hay que ver), se lo hemos vendido. Está bien un mundo así de diverso, nos ha venido bien que él se entretenga con estas cosas y nosotros llevarnos un dinero. Aunque, por supuesto, le hemos pedido que nos avise si se enterase de que finalmente sí indican un lugar real o si descubriese la autoría de quien lo haya hecho. También le hemos enseñado el cáliz, pero no ha podido ayudarnos. Nos ha recomendado ir al barrio Capital para hablar con los joyeros.
    Antes de pasar por la tienda de Bilivin, hemos ido a cobrar los dos pagarés que teníamos pendientes al templo de Abadar.
    Es increíble lo que tienen allí. Nos hemos ido con nuestros cuatro oros y la boca abierta y tan solo hemos podido entrever una pizca de la fortuna que se guarda en el templo.
    Para poder finalizar nuestras tareas y, a ser posible, llegar de una vez al Puño de Jorgen, nos hemos ido a hablar con Bilivin Bilivert. Hemos alucinado cuando hemos entrado en su tienda: es el sitio más desordenado que he visto en mi vida. Estoy segura de que antes de perder la memoria tampoco vi nada igual. Qué horror. Pero qué maravilla a la vez: frascos y frascos con pociones, pócimas, ungüentos y diversas sustancias alquímicas rebosaban por todos lados. La tienda está llena de centenares de estantes, cajas y demás recovecos donde el señor Bilivert guarda todas sus creaciones. Curioso que no me haya dejado comprarle nada.
    Cuando le hemos expuesto nuestro problema, nos ha dicho que por supuesto que podía llevarnos, pero que antes debíamos hacer entrega de un paquete a una señora, sin antes abrirlo y sin que nadie nos vea entregarlo. Me doy cuenta de cuánto estoy cambiando porque antes, hace menos de medio año, ante una proposición así me habría negado. Creo que cualquiera de nosotros tres lo habría hecho. O, al menos, habríamos mirado en el interior del paquete para ver su contenido. A día de hoy pienso: para salvar el mundo de devastación vale la pena infringir algunas normas, legales o, incluso quizás, éticas. Además, si no lo hacemos nosotros, lo hará otro. Y, si no hacemos esto, no tiene pinta de que nadie vaya a llevarnos a la meseta Storval. Y se irá todo al garete. Pero una cosa es que lo hayamos hecho y otra que lo vayamos a dejar hecho así sin más, sin cotillear un poco, sin informarnos. No, no. Así que... Hemos hecho la entrega a nuestra manera.
    Hemos ido a la ubicación indicada, Henry y Volgo se han adelantado y le han dado el paquete a la mujer que nos ha indicado Bilivin y yo, pertrechada con mutágeno de mercurio para ir más ágil, con elixires varios para poder tener visión en la oscuridad y otras ventajas y con mi capa de invisibilidad, la he seguido. En definitiva, el resumen es que he conseguido seguir a la mujer y ver lo que hacía, aunque creo que he estado a punto de ser asesinada por mirar donde no se me había invitado. Pero bueno, estoy bien, por ahora. He conseguido enterarme de varios pasadizos que hay bajo Magnimar y ver que la mujer le ha dado el paquete a otro señor con el que debe estar liada porque le ha plantado un beso al hacerle la entrega. También he visto que este señor llevaba un anillo con un pájaro cruzado por un rayo, cosa que no sé qué significa, pero me enteraré. A este señor ya no he podido seguirle, pero sé que el paquete lo ha llevado a otro lugar.
    Y bueno, dónde estamos ahora, no lo sé.
    Cuando hemos vuelto con Bilivin para contarle que la misión ha sido un éxito, él ha cumplido con su parte del trato, pero no sé cómo de bien le han salido las cosas: nos ha teleportado, sí, pero no sabemos dónde estamos.
    La cuestión es que nos hemos olido que pintaba mal cuando el hombre nos ha bajado a su sótano y ha abierto un portal usándose de una especie de mezcla de magia y alquimia. Una cosa maravillosa. Algo que quiero aprender a hacer. Que creo que él domina. Pero que esta vez, quizás por la dirección a la que nos ha mandado, no ha salido del todo bien.
    Cuando ha abierto el portal, una luz roja muy potente ha empezado a brillar desde su interior bañando toda la estancia y en nuestra muñeca izquierda se han iluminado cinco rayas gruesas horizontales del mismo color, muy brillantes, bajo nuestra piel. Nos ha gritado que cruzásemos el umbral, que se le iba a desmoronar el conjuro y, en un acto de fe totalmente descabellado, le hemos hecho caso.
    Ahora estamos en no sabemos dónde y, además, me he quedado sin las recetas alquímicas que me prometió porque no le ha dado tiempo a dármelas con todo este lío.
    Vamos a explorar el lugar. Escribiré de nuevo tan pronto como pueda.

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